El rendimiento es la proporción entre el resultado obtenido y los medios utilizados para conseguir ese resultado. Se trata de indicar si la red nos da los servicios esperados en función de cómo son las tecnologías invertidas en su construcción.
El principal parámetro de rendimiento de una red será la velocidad de transferencia de la red. Por tanto, si la red funciona de forma óptima tendrá una buena velocidad de transferencia.
Otro parámetro de rendimiento es el número de paquetes de datos que circulan de forma correcta entre dos nodos de red. En el camino entre ambos nodos, los paquetes pueden alterarse. Si el número de paquetes que llegan a su destino sin alterarse es alto, significa que la red tiene un buen rendimiento. Actualmente la fiabilidad de la comunicación es muy alta y la pérdida de datos suele ser muy insignificante.
Otra medida del rendimiento es el tiempo de respuesta. Este factor también es determinante. La velocidad de transferencia entre dos nodos puede ser alta pero puede suceder que dos nodos tarden mucho en conectarse, o que uno de los nodos tarde en generar la respuesta, con lo que el rendimiento de la red ha bajado. Este parámetro de rendimiento será fundamental en algunos tipos de redes, por ejemplo, en un juego online en el que las reacciones de los jugadores se demoran varios segundos en llegar a su destino.
El rendimiento de una red depende de más factores, como por ejemplo, la tecnología utilizada para la red, el diseño de la red, el sistema operativo de red, los adaptadores de red, etc…
Además, el rendimiento adecuado de red en concreto puede ser distinto según la finalidad para la que se ha diseñado dicha red. No es lo mismo el rendimiento exigido a una red cuyo objetivo es compartir una impresora, que el rendimiento exigido a una red donde se comparten datos en tiempo real, como videoconferencias.
En Windows dentro de las herramientas administrativas tenemos un monitor de rendimiento: