No hace falta profundizar mucho en la historia de la humanidad, para saber que, desde los tiempos más remotos, el ser humano ha tenido que realizar actividades diversas para alimentarse, sobrevivir y evolucionar, muchas de las cuales presentaban serios riesgos para su salud. Estas actividades han ido evolucionando de manera diferente a lo largo del tiempo hasta que la mayoría de las personas pasaron a realizar no solo unas determinadas actividades aisladas, sino un conjunto definido y estructurado de éstas, es decir, llevando a cabo un tipo de trabajo determinado. Esto supuso que la realización de estas actividades o trabajos llevaba implícito el que existieran unos determinados peligros o riesgos para la seguridad física o salud de las propias personas, siendo por tanto algo inherente a cada actividad o trabajo.

Con el paso del tiempo, la sociedad ha evolucionando hasta tal punto que, en los momentos actuales, no se asume de la misma forma que antes la presencia riesgos inherentes al trabajo, por lo que se demandan unas mejoras sustanciales de las condiciones en las que se realiza el mencionado trabajo. Por ello, este cambio en las condiciones de trabajo, han sido muy importantes para la eliminación de una gran parte de los riesgos anteriormente citados, independientemente de que aún hoy, sigan estando presentes, en el ámbito laboral, un número muy importante de riesgos asociados al trabajo.

Al igual que la prevención enfocada a las personas, también hoy, hay que prevenir en lo posible la degradación del medio ambiente en general y del ambiente de trabajo en particular, ya que sin un ambiente adecuado de trabajo nos exponemos a desarrollar enfermedades profesionales o a sufrir accidentes laborales.