¿Qué son las emociones? ¿Cuántos tipos de emociones conoces?
Una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) influidos por la experiencia.
Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras. Las emociones, al ser estados afectivos, indican estados internos personales, motivaciones, deseos, necesidades e incluso objetivos.
Algunos animales comparten con nosotros esas emociones tan básicas, que en los humanos se van haciendo más complejas gracias al lenguaje, porque usamos símbolos, signos y significados. Cada individuo experimenta las emociones de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta.
Las emociones humanas tienen, por tanto, una función adaptativa. Nuestro cerebro reacciona ante una determinada situación dando una respuesta emocional para intentar que superemos con éxito una situación. Tenemos que tener en cuenta que no hay emociones negativas ni emociones positivas, son todas necesarias y sin ellas no podríamos vivir. Se trata de información que nos da nuestro cerebro ante una situación determinada. Nos empuja a reaccionar de la forma en la que él cree que es necesario reaccionar para sobrevivir.
Una breve clasificación de estas sería:
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Asco. La emoción de asco surge ante sustancias o personas que percibimos como peligrosas. La función principal de esta emoción es alejarnos del estímulo que la provoca.
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Tristeza: Esta emoción siempre surge ante la percepción de una pérdida o la percepción de poca eficacia. La función principal de la tristeza es ayudarnos a procesar la pérdida. Nos ayuda a inhibir todas las actividades que no tengan que ver con este procesamiento. Tiene un componente social, puesto que genera empatía en nuestros iguales. Durante miles de años, la tristeza nos ha ayudado a gestionar situaciones difíciles y a cohesionar los grupos sociales a los que pertenecíamos.
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Alegría. La alegría es una emoción que surge cuando percibimos que todo va bien. Es la manera que tiene el cuerpo de indicarnos que sigamos así. Se trata de una emoción cómoda y en general no la evitamos.
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Miedo. El miedo siempre surge ante la percepción de peligro. Nos ayuda a modificar nuestra atención hacia el elemento que evaluamos como peligroso y nos activa fisiológicamente para luchar o para huir. Durante miles de años esta emoción nos ha ayudado a evitar y a escapar de peligros potenciales. Por eso se trata de una emoción tan útil, porque nos mantiene alerta y nos mantiene vivos.
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Ira. La ira siempre surge cuando percibimos que se frustran nuestros objetivos, ante injusticias o ante una agresión. Esta emoción nos empuja a restablecer la justicia. En general, la activación fisiológica y los cambios en las cogniciones nos empujan a luchar. Podemos gestionar esta emoción para que actúe como motor para emprender determinadas acciones no violentas. Tiene una función social que ayuda a establecer jerarquías dentro de los grupos sociales.
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Sorpresa. Es una reacción emocional provocada por algo imprevisto o extraño. Desencadenantes de la sorpresa pueden ser estímulos novedosos, inesperados, interrupciones, cambios bruscos, etc. La sorpresa es la emoción más breve. A veces dura solamente segundos. Después se suele convertir rápidamente en otra emoción, congruente con la situación que la ha desencadenado. La sorpresa tiene la función de preparar al sujeto para afrontar acontecimientos inesperados.
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