Tal como se ha comentado, el esqueleto está formado por el conjunto de huesos del cuerpo y las articulaciones que existen entre ellos. Suman más de doscientos, puede parecer exagerado, pero entre las manos y los pies ya se cuenta un centenar. Recuerda que el esqueleto está formado por tejido óseo, que posee entre las células una sustancia completamente calcificada para proporcionar dureza; y por tejido cartilaginoso, que tiene el material intercelular solidificado. Ambos tejidos son variedades del tejido de sostén o conjuntivo. Los huesos presentan diversas formas y características, ya que se adaptan a las funciones que deben llevar a cabo. Pero en general, tienen en la superficie una capa de tejido óseo compacto que les proporciona dureza y resistencia. Mientras que en el interior se dispone un hueso menos denso, formado por tejido óseo esponjoso, que recibe este nombre porque deja espacios libres en el interior, como una esponja. |
Los huesos.
La mayor parte del tejido óseo está compuesta por minerales, principalmente dos: calcio y fósforo. Ambos minerales se combinan entre sí adoptando la forma de cristales, que proporcionan dureza al tejido óseo.
Según la forma y características, distinguimos tres tipos de huesos:
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Cuerpo cilíndrico central de los huesos largos.
Cada uno de los extremos ensanchados de los huesos largos, situados a ambos lados de la parte larga central o diáfisis.
Parte tubular de un hueso largo, comprendida entre los dos extremos o epífisis.
Zona de unión entre el cuerpo alargado y los extremos de los huesos largos que contiene cartílago de crecimiento por donde el hueso crece en longitud.