Como ya sabes los sentidos son el gusto, el olfato, la vista, el oído y el tacto. Todos ellos están constituidos por receptores, específicos en cada caso, que captan un estímulo para transmitirlo al sistema nervioso central. Este proceso nos permite captar información del exterior. Por ejemplo, las terminaciones sensoriales de la piel nos van a transmitir sensaciones de frío y de calor, de dolor y de presión, o de tacto fino. |
Los sentidos.
Caso práctico
Algunas de estas actividades son muy importantes por ejemplo para la evaluación del estado de los enfermos en las urgencias, o para cuantificar el grado de afectación neurológica. Alberto casi se sonreía los primeros días cuando observaba de qué forma se dirigían los compañeros del equipo al aproximarse a alguien echado en el suelo: "¿Me oye, me oye? ¿Cómo se encuentra?" le decían casi gritando y sacudiéndole los hombros.
En una ocasión, al ver su perplejidad, un médico le dijo que esa fórmula permite comprobar si un paciente recibe nuestros estímulos, a través del tacto y del oído, y ese va a ser el primer eslabón en la valoración inicial de un paciente: la determinación del nivel de consciencia.
Respecto al olfato, los receptores se localizan en el interior de las fosas nasales y captan el olor con el aire inspirado. Ese estímulo olfativo llegará hasta el cerebro y la información quedará almacenada para que sea recordada en otras ocasiones. ¿Verdad que la percepción del olor de un perfume nos recuerda incluso a la persona que lo utiliza? Pero además, la información que llega a través del olfato puede generar respuestas reflejas, como por ejemplo un movimiento involuntario para alejarnos de un olor molesto, e incluso si resulta muy desagradable puede provocar nauseas o el vómito. De igual forma, el olor agradable de una comida estimula la secreción del estómago, preparándolo para la entrada de alimento.
El sentido del gusto se percibe en unos receptores localizados en la lengua, las papilas gustativas. A pesar de que somos capaces de captar un número ilimitado de sabores, habitualmente los agrupamos en cuatro:
Existen zonas de la lengua con diferente sensibilidad ante un sabor determinado. Los gustos dulce y salado se perciben mejor en la punta de la lengua, el agrio a los lados de ésta y el amargo en la zona posterior. Recuerda el movimiento con la lengua, que habrás hecho en más de una ocasión, para distinguir si en un recipiente hay sal o azúcar. El sentido del gusto y del olfato están estrechamente relacionados, debido a que comparten un objetivo común respecto a la percepción de las cualidades de los alimentos. ¿Has notado que la sensibilidad gustativa se reduce durante un fuerte resfriado? La vista y el oído son dos sentidos a los que vamos a dedicarle un poco más de atención por su importancia y complejidad. |
Receptores del gusto localizados en la lengua.