El tono, también conocido como altura, está relacionado con la frecuencia de la onda sonora. Se considera sonido el conjunto de frecuencias que el oído humano es capaz de percibir, entre 16 y 20 000 Hz. De esta forma, podemos dividir el espectro acústico en:

• • Infrasonidos, son aquellos cuya frecuencia es inferior a 16 Hz.
  • Sonido, está comprendido entre 16 y 20 000 Hz. En este conjunto de frecuencias podemos diferenciar:
    • Sonidos graves, los sonidos comprendidos entre 16 y 256 Hz.
    • Sonidos medios, entre 256 y 2 048 Hz.
    • Sonidos agudos, 2 048 – 20 000 Hz.
  • Ultrasonidos, los que se encuentran por encima de 20 000 Hz. 

Otra forma de dividir el espectro sonoro es en bandas de octava, cada una de las cuales queda definida de forma que el límite superior sea el doble que el inferior:

    (1.34)

Cada banda, además de por sus extremos, se define por su frecuencia central, calculada como la media geométrica de los extremos de la misma:

    (1.35)

El número de frecuencias contenido en cada banda se denomina ancho de banda, B, y no es más que la diferencia entre la frecuencia superior y la inferior:

    (1.36)

Habitualmente los sonidos no se componen de tonos puros, una sola frecuencia. Lo normal es que cada fuente de sonido tenga una frecuencia fundamental y que por fenómenos de resonancia que se estudiarán en la unidad siguiente, se generen otras frecuencias que se denominan armónicos, y que son de frecuencias más altas y de menor intensidad que la frecuencia fundamental, al conjunto de la frecuencia fundamental y todos sus armónicos es a lo que se denomina timbre.

Esta cualidad nos permite diferenciar dos sonidos que tengan la misma frecuencia e intensidad, pero que al ser emitidos por dos fuentes diferentes cada fuente creará un conjunto de armónicos propio que hace posible la distinción de ambas fuentes, por ejemplo cuando un violín y una trompeta emiten la misma nota somos capaces de diferenciarlas por el conjunto de frecuencias, el timbre, que se genera en cada uno de los dos instrumentos.

Estas ondas complejas se pueden estudiar descomponiéndolas en ondas más sencillas gracias al teorema de Fourier. Este teorema nos permite averiguar qué frecuencias y con qué intensidad se encuentran formando parte de una onda compleja lo que permite su identificación.