Hemos visto que las ondas con el tiempo van perdiendo energía y se van disipando, es decir, terminan por desaparecer debido a las fuerzas de rozamiento que se generan por el movimiento armónico de las partículas. Pero podría darse el caso de que en el foco o en cualquier otra posición hubiera alguna fuerza externa a la onda que impulsase a la partícula de forma que esta no dejara nunca de moverse y por tanto la onda no se disiparía.
En el caso de que la fuerza externa fuera armónica, la onda tras un inicio variable terminaría oscilando a la frecuencia angular de la fuerza externa.
Cuando la frecuencia angular de la fuerza externa se acerca a la frecuencia natural del medio en el que se está propagando la onda entonces nos encontramos con el fenómeno de la resonancia. El efecto del cual es que la amplitud de la onda va aumentando cada vez más, es decir en el caso de sonido se produce un aumento de la intensidad sonora.