En el apartado anterior se han estudiado los efectos que el ruido produce sobre el sistema auditivo. Sin embargo, el ruido afecta, además, a otros sistemas del cuerpo.
Sobre el sistema nervioso central, se han observado alteraciones del electroencefalograma y una respuesta exagerada a los estímulos que se conoce como hiperreflexia.
Sobre el aparato cardiovascular, produce un aumento de la tensión arterial y alteraciones del ritmo cardiaco. Sobre el respiratorio, altera el ritmo de la ventilación.
Sobre el aparato digestivo, produce alteraciones de las secreciones gástricas e intestinales, lo que puede dar lugar a malas digestiones, y la probabilidad de padecer úlceras debido al incremento del flujo ácido en el estómago.
Sobre la vista, se produce un estrechamiento del campo visual y dificultades en la acomodación.
Sobre el sistema endocrino, aumenta la secreción de cortisol. En el caso de embarazos parece estar asociado a bajo peso al nacer, a nacimientos prematuros y a riesgos auditivos en el feto.
Algunos de los efectos del ruido sobre el organismo: hipertensión, vasoconstricción periférica, taquicardia, taquipnea, midriasis, paralización del tránsito intestinal... En conjunto, todos estos síntomas son la reacción del cuerpo para preparar la respuesta a una situación de peligro, es lo que se llama estrés. Y es que, el órgano de la audición es el único que no descansa, que se encuentra permanentemente en alerta, y a lo largo de la evolución, el ruido ha sido una señal de peligro y el cuerpo reacciona ante esta señal.
Si se obliga al cuerpo a estar en permanente estado de estrés, para prepararse ante un peligro que no existe, entonces estamos provocando malformaciones estructurales del corazón y aumento del riesgo de morir de un infarto.