Cuando se mantiene una conversación, el mensaje debe superar, en al menos 10 dB, el ruido de fondo, para poder conseguir entenderlo en un 95 %. Por lo tanto, la presencia de ruido, va a provocar que sea necesario aumentar la intensidad de la voz del que está hablando, para que el que escucha le nos pueda entender. Además, de que el oyente tiene que hacer un esfuerzo de concentración, para poder separar el mensaje de todo lo demás. En esta situación, se produce una fatiga psicológica en las dos personas que, en un ambiente ruidoso, tratan de mantener una conversación.
Cualquier actividad en la que esté implicado el pensamiento o la memoria, se van a ver dificultadas por la presencia del ruido en el ambiente. Ya se ha comentado que el sistema auditivo es el único que no descansa, y, además, por ser un sistema de alarma tiene preferencia en la llegada de sus estímulos al cerebro, por lo que, cuando es necesario realizar tareas mentales, como por ejemplo la enunciación interna, la lectura, operaciones matemáticas, o cualquier otro, es preferible que el nivel de ruido ambiental se reduzca por debajo de 40 dB.
Cuando se duerme, disminuye la respuesta frente a estímulos externos, la ventilación se hace más lenta y disminuye su volumen; también se reduce la frecuencia cardiaca, y las secreciones tanto lagrimales, como digestivas y urinarias. Al disminuir la frecuencia y el volumen de intercambio gaseoso en los pulmones la concentración de dióxido de carbono en la sangre aumenta. El tono muscular se reduce. A lo largo del periodo de sueño se suceden diversas fases, una de ellas es la fase denominada de sueño REM, debido a que, durante estos periodos, la actividad cerebral es similar a la de la vigilia, y se pueden observar movimientos rápidos de los ojos. En la fase REM es en la que se tienen los sueños. Para poder descansar, el cuerpo debe dormir sin interrupciones, ya que cada vez que se produce una interrupción del sueño el ciclo vuelve a empezar, por eso en las noches en las que el cuerpo se despierta varias veces por la mañana se levanta cansado, como si no se hubiera dormido. La presencia de ruido hace que se produzcan interrupciones del sueño, la consecuencia es que no se descansa bien y por la mañana se está cansado e irritado, lo que dificulta la concentración necesaria en las tareas que se tienen que desempeñar y un menor rendimiento en las mismas. Se calcula que el nivel de presión sonora debería ser inferior a 35 dB para poder dormir bien y que el sueño sea reparador.