Filtros acústicos.

Debido a resonancias naturales propias de la construcción, la respuesta en frecuencia de un audífono presenta picos o crestas, los cuales son indeseables porque disminuyen la calidad del sonido y permiten que la salida pueda exceder el nivel de sonoridad molesta del paciente.

Los picos resonantes entre las frecuencias de 1.000 y 4.000 Hz. pueden atenuarse colocando filtros en el conjunto audífono/molde, los cuales ofrecen resistencia al paso del sonido y restringen la transmisión acústica de estos picos.

Los usos de los filtros son los siguientes:

  • Reducción de los picos de resonancia de la respuesta en frecuencia del audífono.
  • Reducción de la máxima potencia de salida del audífono.
  • Protección sobre la retroalimentación acústica.
  • Protección del auricular del audífono de la humedad.

La lana de cordero fue el primer elemento de amortiguación usado con audífonos; se colocaba en los auriculares externos de los audífonos de caja y en los moldes de oído. A pesar de su eficacia, era muy complicado controlar su grado de atenuación. En la actualidad se utilizan pequeños cilindros metálicos o plásticos ubicados generalmente en el codo del audífono retroauricular. Los filtros son cápsulas que tienen en el extremo una malla de plástico codificada por color, la cual realiza el filtrado.
La amortiguación acústica depende de la ubicación del filtro en el conducto que dirige el sonido desde el audífono a través del molde hasta el tímpano; por lo general, es mayor la atenuación cuanto más cerca está colocado de la extremidad del molde, aunque esa ubicación no es práctica, pues la humedad y el cerumen pueden obstruir fácilmente la malla del filtro. Para evitar esto, los filtros acústicos se insertan en el extremo del codo del audífono.