El desarrollo del lenguaje se produce en un período que se extiende desde los primeros meses de vida, hasta el inicio de la adolescencia. En la mayoría de seres humanos el proceso se da principalmente durante los primeros cinco años, especialmente en lo que se refiere a la adquisición de las formas lingüísticas y de los contenidos. Durante esos primeros años, se adquieren de los elementos básicos y sus significados; en la preadolescencia, se consolida el uso, la inferencia pragmática y la capacidad para entender enunciados no-literales (irónicos, sarcásticos, etc.).

Existen numerosos factores que influyen en la adquisición del lenguaje:

• El ritmo de maduración del sistema nervioso, tanto central (SNC) como periférico, ya que sus avances se correlacionan con el desarrollo motor general y con el desarrollo del aparato fonador en particular (la presencia de lesiones en el aparato fonador o en el auditivo puede alterar e incluso impedir el desarrollo del lenguaje oral). Es un proceso de maduración biológica determinado genéticamente. A nivel cerebral, se sabe que el lenguaje tiene su base principalmente en el hemisferio cerebral izquierdo y en él se citan tres áreas relacionadas con las conductas lingüísticas:
  • El área de Broca, situada en el lóbulo frontal. Es el área motora o de control del lenguaje articulado.
  • El área de Wernike, o área de asociación auditiva, permite la decodificación del lenguaje oral. Ocupa la parte posterior de la circunvolución temporal superior.
  • El pliegue curvo o circunvolución angular, implicado en el lenguaje escrito. Ocupa una región que constituye la unión temporoparietoccipital.
• El desarrollo cognitivo, que va desde la discriminación perceptual del lenguaje oral, hasta los procesos de simbolización y de pensamiento. Muy relacionado con las condiciones de educación del niño.
• El desarrollo socioemocional, resultado de la influencia del medio sociocultural en el que se desarrolla el niño. Si el niño se siente emocionalmente seguro, y lingüísticamente estimulado, tendrá un desarrollo normal y superará las dificultades de las distintas etapas en el tiempo esperado; pero, cuando la familia es conflictiva e indiferente con él, se obstaculizará y retrasará su evolución, a veces de forma muy negativa.