En la Grecia Clásica es donde se puede encontrar la referencia escrita más antigua acerca del habla y la producción de la voz. En los Tratados Hipocráticos se indica que el habla no es posible después de haber espirado. Platón y Aristóteles caracterizaron las voces como agudas, graves...
Durante el Imperio Romano, Galeno describe la laringe como el principal órgano de la fonación, y que es necesaria la salida de aire del pulmón para producir la voz.
El anatomista D’Acquapendente da nombre al cartílago cricoides, en 1613. Además, explica que, para producir la voz, la glotis se tiene que cerrar.
Ferrein, en 1714, describe que el sonido de la voz es producido por la vibración de las cuerdas vocales. Liskovius, 1814, establece que esta vibración es horizontal.
Müller, 1840, teoría de la fuente y el filtro, pensaba que los sonidos de la voz eran producidos por la vibración de las cuerdas vocales que, posteriormente, son filtrados por el tracto vocal.
Ewald, 1898, expone la teoría mioelástica de la fonación. Las cuerdas vocales se cierran por la contracción de la musculatura laríngea, y aumentando la presión por debajo, cuando la glotis no resiste la presión sale el aire. La fuerza muscular hace que la glotis se vuelva a cerrar. La frecuencia con la que se abre y cierra la glotis determina la frecuencia de la voz. En 1958, van den Berg expone la teoría mioelástica–aerodinámica, explicando que el cierre de la glotis se debe, tanto a la contracción muscular, como al efecto Venturi.
Perelló, 1962, explica, teoría muco–ondulatoria, que el sonido se produce por el movimiento ondulatorio vertical y de delante hacia atrás de la mucosa que recubre las cuerdas vocales.
Disminución de la presión al pasar el aire por un estrechamiento.