Los cepillos eléctricos fueron introducidos a principios de los años sesenta y desde esa época han ido mejorando su diseño. Inicialmente, el cepillo eléctrico imitaba el movimiento del cepillado convencional horizontal. En la actualidad existe una amplia variedad de cabezales con movimientos oscilantes/rotatorios que imitan el movimiento de los instrumentos de higiene dental profesional. Algunos cepillos añaden vibraciones eléctricas o sónicas capaces de alterar la adherencia bacteriana a las superficies dentarias.
Todos tienen en común el objetivo de intentar conseguir una mayor eliminación de la placa dental, penetración interproximal, eliminación de la gingivitis, protección frente a la caries y la periodontitis, y facilidad de manejo.
También se ha constatado su efectividad a la hora de eliminar la placa bacteriana, aunque no en todos los estudios las diferencias han sido tan significativas al respecto. Además, hay que mencionar su mayor efectividad en cuanto a costes, ya que pueden reducir el presupuesto en pacientes periodontales, y poseen una muy buena aceptación por parte de todos los pacientes.
Estos cepillos son de gran utilidad en:
- Pacientes discapacitados físicos o psíquicos.
- Pacientes de edad avanzada con poca destreza manual.
- Niños.
También son especialmente útiles en:
- El cepillado a otra persona, como en el caso de padres que desean cepillar los dientes a sus hijos pequeños o de cuidadores de personas enfermas o discapacitadas.
- Pacientes con tratamiento ortodóntico, en los que también se ha mostrado más efectivo que los cepillos manuales.
- En pacientes periodontales, donde podemos encontrarnos un arma eficaz frente a la gingivitis y las bolsas periodontales, siempre y cuando la mucosa del paciente sea fibrosa. En caso contrario aumentaría el riesgo de que se provoquen recesiones gingivales.