Existen tejidos que, por sus características y orígenes, no pueden ser encuadrados en ninguno de los tipos titulares anteriores (epitelial o conjuntivo). Uno de estos tejidos especiales es el tejido muscular, especializado en la contracción y distensión de los músculos.
Has de pensar que no sólo encontramos músculo en las extremidades o el tronco. También debes pensar en otros músculos, más poco visibles, pero no por ello menos importantes. Cuando “te suenan las tripas”, la musculatura que rodea los tramos del intestino delgado está contrayéndose para impeler su contenido mediante los movimientos peristálticos. Y no olvides que el órgano que nos mantiene vivos, el corazón, es, fundamentalmente, un músculo.
La capacidad contráctil del tejido muscular reside en las miofibrillas, que son unas proteínas contráctiles surgidas a partir de las estructuras del citoesqueleto celular, como ya has estudiado en el capítulo referente a los orgánulos.
La disposición de estas miofibrillas, la forma de los miocitos y la voluntariedad del movimiento definen los subtipos de tejido muscular, que son:
TEJIDO MUSCULAR LISO:
Los miocitos (¡lo has adivinado! las células propias del tejido muscular) tienen forma de huso (el huso es la parte de la rueca donde se enrolla el hilo, con lo que se pinchó el dedo la Bella Durmiente). Dejando las bromas aparte, estas células tienen en el músculo liso un núcleo central, y las miofibrillas se disponen es forma más o menos radial hacia la periferia celular. La contracción de esta musculatura es involuntaria y lo encontramos en las capas musculares de las vísceras y vasos sanguíneos entre otros.
TEJIDO MUSCULAR ESTRIADO:
Es el que forma prioritariamente la musculatura esquelética (es decir, la del aparato locomotor). Por tanto, puedes deducir por ti mismo que el movimiento será de tipo voluntario.
Los miocitos tienen una forma cilíndrica, de longitud considerable, y se unen los unos a los otros de forma perfectamente ordenada, dando la impresión de más longitud aún, e incluso de que existen varios núcleos en una misma célula.
Las miofibrillas están perfectamente alineadas en forma longitudinal, intercalándose la actina y la miosina. La interacción entre estas dos proteínas dará lugar a cambios en la conformación celular que implicarán su contracción. La unidad estructural y funcional básica de contracción muscular se denomina sarcómero.
La actina es una familia de proteínas globulares que forman los microfilamentos, uno de los tres componentes fundamentales del citoesqueleto de las células de los organismos eucariotas.
La miosina es una proteína fibrosa, cuyos filamentos tienen una longitud uniforme de 1,6 micrómetros y un diámetro de 15 nm, que conjuntamente con la actina, permiten principalmente la contracción de los músculos e interviene en la división celular y el transporte de vesículas.
El sarcómero es la unidad anatómica y funcional del músculo estriado. Se encuentra limitado por dos líneas Z con una zona A (anisótropa) y dos semizonas I (isótropas). En su composición destacan dos proteínas: actina y miosina.