Debes conocer
Para empezar este capítulo, es imprescindible que recuerdes y saques del desván tus conocimientos sobre la anatomía de los sistemas reproductores femenino y masculino. Para ayudarte, te añado un enlace a una página web.
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En el aparato reproductor es donde se manifiestan de forma más clara las diferencias entre el sexo masculino y el femenino desde el punto de vista anatomofisiológico. Cuando hablamos de anatomía, el sexo femenino resulta relativamente sencillo, como has visto antes, pero el sexo masculino tiene una buena dosis de complejidad cuando se trata de descifrar el camino que sigue el semen desde que es formado en los testículos hasta que sale al exterior... Pero cuando hablamos de la fisiología, las cosas cambian de forma ostensible, ya que hay pocas cosas tan complejas como el ciclo menstrual.
En el funcionamiento del aparato reproductor, tanto masculino como femenino, parece que la naturaleza haya olvidado su principio general de economía de medios. La mujer tiene aproximadamente 500 ciclos menstruales a lo largo de su vida, y el hombre emite unos 50 millones de espermatozoides por ml de semen en cada eyaculación. Y todo eso, para tener un número inferior a 2 hijos por pareja, que es lo que nos dicen los datos demográficos.
El ciclo menstrual sirve para favorecer la fecundación y preparar el cuerpo para una posible gestación. La duración media es de 28 días (con una variabilidad considerable). Decimos que es cíclico porque, si no se ha producido la fecundación, vuelve a reiniciarse el proceso.
A partir de la pubertad, se activa el eje hipotálamo-hipofisario del que hemos hablado en el capítulo dedicado al sistema endocrino, y se inicia la producción de las gonadotropinas (LH y FSH). Estas hormonas se van a encargar de estimular a las gónadas para comenzar a madurar las células germinales: óvulos y espermatozoides.
Al inicio de cada ciclo menstrual, en el ovario, empiezan a madurar simultáneamente 10 o 12 folículos por estímulo de la FSH hipofisaria, pero, finalmente, sólo uno va a ser el destinado a completar esta maduración (folículo de Graaf). Esta maduración folicular induce la fabricación de estrógenos, que van a estimular una primera proliferación del endometrio. Hacia el día 14 del ciclo, y coincidiendo con una secreción marcada de LH por parte de la hipófisis, el folículo se rompe y el óvulo es lanzado hacia las trompas. En el ovario, la herida producida se transformará en el cuerpo lúteo o cuerpo amarillo, muy importante para la gestación, dado que será el encargado de producir progestágenos (hormonas que provocarán que el endometrio pase de una fase simplemente proliferativa a una fase marcadamente secretora, con aumento de su grosor y su vascularización). El cuerpo lúteo persiste durante unos pocos meses si se ha producido la fecundación, pero si no ha sido así, acaba transformándose en el cuerpo albicans o cuerpo blanco, que detiene la fabricación de progestágenos. El endometrio, entonces, al quedar privado de esta hormona, degenera y es expulsado al exterior, en el proceso que conocemos como menstruación.
Mientras tanto, el óvulo que se encuentra viajando por las trompas de Falopio, puede ser fecundado por uno de los millones de espermatozoides que se han expulsado en la eyaculación masculina. El zigoto (óvulo ya fecundado), prosigue su camino iniciando una serie de divisiones mitóticas sucesivas que irán conformando el nuevo ser, que anidará en el grueso endometrio para su posterior desarrollo.