Desde el punto de vista etiológico, la patología que afecta a riñones y vías urinarias puede tener diferentes orígenes:
- Infecciones/inflamaciones:
La afectación de las estructuras microscópicas funcionales del riñón (la nefrona, ¿recuerdas?) da lugar a las denominadas glomerulonefritis. Si bien pueden ser debidas a infecciones, también pueden deberse a enfermedades de afectación más general, como la diabetes, la amiloidosis, etc.
Hablamos de pielonefritis cuando la afectación infecciosa proveniente de las vías urinarias más bajas ha ascendido hasta la pelvis renal o incluso el propio parénquima renal. Si la inflamación afecta a la vejiga urinaria, el término utilizado es cistitis, reservando el término uretritis para las afectaciones más distales.
- Litiasis:
Del mismo modo que veíamos en la vesícula biliar, las vías urinarias son también un espacio corporal que tiende a la formación de cristales (en este caso de sales cálcicas de oxalato y fosfato), con la posterior formación de piedras, que pueden obstruir las vías urinarias. Es una patología extremadamente frecuente, y que causa crisis de dolor cólico intenso, polaquiuria, disuria y hematuria, hasta que la piedra es expulsada por la orina. Si persiste la obstrucción, puede llegar a causar daño renal.
- Alteraciones estructurales: El sistema urinario es uno de los que presentan mayor índice de variabilidad o malformaciones congénitas. La presencia de riñones en herradura, duplicidades ureterales, reflujo vesicoureteral, etc. pueden predisponer a la patología renal por alteraciones del funcionalismo.
- Las alteraciones tumorales serán tratadas en la unidad formativa en la que trataremos las neoplasias.
Estas patologías van a dar lugar a los grandes síndromes del aparato urinario, importantes desde el punto de vista analítico y anatomofisiológico, que son:
- Síndrome nefrótico: Los capilares glomerulares ven afectada su permeabilidad, permitiendo el paso a su través de proteínas. La pérdida de proteínas (principalmente albúmina) por la orina da lugar a una niveles bajos de proteínas en la sangre, que son las principales responsables del mantenimiento de la presión oncótica. Por este motivo, el agua sale de los capilares sanguíneos para pasar al espacio intersticial produciendo edemas. De forma compensatoria, el hígado aumenta la fabricación de lipoproteínas, con lo que de forma secundaria, también aumentan los niveles de colesterol en sangre. Por lo tanto, los hallazgos analíticos y clínicos del síndrome nefrótico serán proteinuria, hipoproteinemia, hiperlipidemia y la aparición de edemas (si son generalizados, se utiliza el término "anasarca").
- Síndrome nefrítico: Este síndrome tiene su origen en los procesos inflamatorios del glomérulo, que dañan la pared capilar permitiendo el paso a su través de los glóbulos rojos. Se produce hematuria, proteinuria (como en el síndrome nefrótico) y disminución del filtrado glomerular, por lo que también terminará derivando en una oliguria. La observación de cilindruria (cilindros hemáticos en la orina) es un signo patognomónico de lesión glomerular. También se acompaña clínicamente de edemas y de hipertensión arterial. En la analítica sanguínea, la creatinina (es una sustancia de desecho que se produce de forma muy regular por las células y es eliminada por vía renal, por lo que sirve de control del funcionalismo de la nefrona) se encuentra elevada, lo que indica un bajo nivel de filtrado glomerular.
Si no se tratan adecuadamente, estos síndromes pueden dar lugar a:
- Insuficiencia renal aguda: Las causas que pueden provocar el fallo de los riñones son múltiples y muy variadas, y van desde las glomerulonefritis hasta las obstrucciones de las vías urinarias, pasando por las cardiopatías, las infecciones generalizadas, las reacciones alérgicas severas, la hipovolemia, el efecto de tóxicos, etc. Provoca aumento de urea y creatinina en sangre, acidosis metabólica y hiperpotasemia.
- Insuficiencia renal crónica: Es una pérdida de la función renal de forma progresiva a irreversible. Junto con las glomerulonefritis, las causas más frecuentes son la hipertensión arterial y la diabetes de larga evolución. Su pronóstico viene determinado por la disminución de la velocidad de filtración glomerular.
Las dos formas de insuficiencia pueden requerir en sus estados más avanzados la utilización de terapéuticas complejas, como la diálisis, o incluso del transplante renal.
La amiloidosis es una enfermedad poco frecuente que se produce cuando una sustancia llamada «amiloide» se acumula en los órganos. El amiloide es una proteína anormal que se produce en la médula ósea y puede depositarse en cualquier tejido u órgano.
El parénquima renal es la parte del riñón que asegura sus funciones, está constituido por las nefronas, cada una con una porción en la corteza y otra en la medula renal.
La hiperlipidemia, hiperlipidosis o hiperlipemia (literalmente: lípidos elevados de la sangre) consiste en la presencia de niveles elevados de los lípidos en la sangre.
Presencia de cilindros en el sedimento urinario, caracterizados por la precipitación en la luz de los segmentos distales de la nefrona de proteínas secretadas por el túbulo renal y por otros elementos.