1.3.- Respuesta y defensa del huésped.

Un hombre presenta cefalea y se aplica frío local sobre la cabeza.

Seguro que has apreciado que hay poblaciones más sensibles a las infecciones, aunque sólo sea porque están más expuestos a éstas. Es el caso de los maestros, del personal de guarderías, del personal sanitario. Sencillamente, tienen más posibilidad de contactar con el agente, ya que el número de posibles infectados con el que se relacionan es alto.

Pero también conoces que existen poblaciones humanas más sensibles a las infecciones por razón de su especial susceptibilidad a las mismas. Piensa, por ejemplo, en los niños: su sistema inmunitario todavía puede presentar una cierta inmadurez, que hace que el agente encuentre un terreno más virgen donde desarrollarse. También, aunque por efecto contrario, tenemos que pensar en los ancianos. En ocasiones, un proceso gripal que para un adulto sano puede ser sólo una semana de molestias y malestar, puede poner en jaque incluso la vida de un individuo de cierta edad o descompensar patologías previas que parecían poco importantes. 

Y aún es más fácil de entender que, fuera de estas poblaciones que hemos comentado, en principio sanas, existe un grupo de pacientes con enfermedad previa o con déficit en su sistema inmunológico, que son los preferidos por los agentes infecciosos oportunistas para crecer sin limitaciones. Hablamos también en este caso de los individuos en tratamiento inmunosupresor. También es un hecho conocido que, las personas con un fondo alérgico, que suelen tener conjuntivitis, rinitis, bronquitis espástica frecuente, etc. son más susceptibles a la infección, especialmente de tipo respiratorio, así como los que consumen alcohol, tabaco, etc.

La integridad del sistema inmunológico del individuo es el que va a marcar el nivel de respuesta, de defensa ante la infección e incluso de respuesta al tratamiento y el pronóstico de la misma.

Evaluar la susceptibilidad individual a la infección puede ser complicado. Todos somos susceptibles a múltiples agentes infecciosos, pero nuestro sistema inmunitario ha de ser capaz de combatir la infección y de elaborar respuestas "de memoria" que permitan responder de forma eficaz ante una infección por el mismo agente u otro de similares características.

También es preciso conocer que, en ocasiones, la respuesta inmune puede ser desproporcionada al agente que la está causando, complicando el proceso de la enfermedad.

De acuerdo a la vía de entrada en el organismo humano elegida por el agente infeccioso, se encontrará con unas barreras naturales que intentarán impedir que colonice el organismo: Así pues, la lágrima contiene lisozima, el ácido gástrico es un potente destructor de ciertas bacterias, la piel íntegra no permite el paso de los gérmenes al interior del cuerpo, etc.

En capítulos posteriores de esta misma unidad de trabajo vamos a estudiar con detalle la respuesta inmunitaria, pero desde el punto de vista de expresión clínica de la infección, los signos y síntomas de presentación más frecuentes son:

  • Fiebre: especialmente presente en las infecciones generalizadas víricas y bacterianas. En algunas ocasiones, infecciones localizadas intensas y extensas pueden provocar el aumento de la temperatura corporal. Los hongos y los parásitos no suelen provocar procesos febriles.
  • Síndrome tóxico: se caracteriza por astenia, anorexia, malestar general, cansancio, etc. Es propio de las enfermedades víricas y bacterianas generalizadas, como la gripe o las hepatitis.
  • Cefalea: generalmente relacionada con el aumento de la temperatura corporal, al igual que los dolores musculares, los escalofríos, la sudoración, etc. La aparición de rigidez de nuca acompañante es un signo de gravedad.
  • Signos inflamatorios: las infecciones localizadas provocan eritema de la zona, calor, tumefacción y a menudo dolor.
  • Signos cutáneos: de forma específica, las infecciones pueden manifestar lesiones elementales de la piel como la aparición de vesículas, descamación, secreciones purulentas. etc.
  • Signos respiratorios: tos, estornudos, expectoración.
  • Signos digestivos: diarrea con o sin productos patológicos (pus o sangre), vómitos y náuseas. En el caso de las amigdalitis pultáceas, es muy característica la odinofagia (de odino- dolor, y -fagia, comer, es el dolor al tragar el alimento).
  • Signos urinarios: el más frecuente es la disuria, o molestias al orinar.
  • Otros signos más específicos en relación al germen, a la vía de entrada o al sistema diana de la infección, por ejemplo, la otalgia en las otitis, las manchas de Koplik en la mucosa oral en el sarampión, etc.
  • Septicemia: reservamos este término que significa invasión infecciosa de la sangre, para los agentes de especial virulencia, que se diseminan rápidamente por el torrente sanguíneo y linfático. Es un cuadro muy grave que puede resultar mortal.

Que tiene apariencia de podrido o gangrenado, o que de hecho lo está.

Las manchas de Koplik son lesiones pequeñas e irregulares de tipo granular, de color rojizo con el centro blancoazuláceo, que aparecen en la mucosa oral, en la cara interna del carrillo y a nivel del segundo molar superior, aproximadamente el décimo día posterior a una infección por el virus del sarampión, 2 a 3 días .

Es una enzima presente en las lágrimas y la saliva en donde actúa como una barrera frente a las infecciones. También es muy abundante en la clara del huevo, de donde se extrae para su uso industrial, en particular para el control de las bacterias lácticas en los vinos.