1.5.- Diagnóstico etiológico de la infección.

Se ve a unos profesionales sanitarios mostrando una placa de Petri.

Por supuesto que la sospecha de que un paciente está siendo atacado por gérmenes infectivos empieza a partir de los signos y síntomas clínicos que ya hemos descrito anteriormente. Pero, aunque aparezcan signos muy específicos, sólo nos permiten un diagnóstico de sospecha o probabilidad.

El diagnóstico de confirmación vendrá determinado por la observación y tipificación de los gérmenes que están produciendo las alteraciones, incluso en el caso de algunos virus, en los que podemos observar alteraciones microscópicas en las células atacadas, casi patognomónicas.

PRUEBAS CLÍNICAS:

Existen técnicas que nos permiten establecer el diagnóstico previo de infección, en ocasiones simplemente gracias a la observación macroscópica de las lesiones producidas, o ayudados por instrumentación sencilla, como la utilización de la lámpara de Wood (ultravioleta), que pone de manifiesto las dermatomicosis, o la inyección de tinta en los túneles que produce la sarna, a modo de ejemplo.

Si bien son muy orientativas, requieren de pruebas más específicas para obtener el diagnóstico de seguridad y la identificación del agente causal. Un ejemplo, es la realización de la prueba cutánea para la tuberculosis (PPD o tuberculina), que demuestra contacto con el germen causal.

PRUEBAS RADIOLÓGICAS:

La radiografía simple de tórax puede poner de manifiesto lesiones propias de la tuberculosis en los pulmones, ya sea como primoinfección, como infección miliar, o como condensaciones. Igual pasa con las neumonías de origen infeccioso.

Una radiografía simple de abdomen, o las tomografías correspondientes de la zona, pueden poner de manifiesto la existencia de quistes hidatídicos hepáticos. Pero permiten más una valoración de extensión y de afectación orgánica que la valoración puramente etiológica.

PRUEBAS DE LABORATORIO CLÍNICO:

El laboratorio de análisis clínico puede contribuir a determinar si el individuo ha estado en contacto con los gérmenes, mediante las señales inespecíficas generales. Tomemos como ejemplo la determinación del hemograma: La presencia de una población leucocitaria elevada, puede hacer pensar en una proliferación de células jóvenes como respuesta defensiva a la infección de tipo supurativo. También podemos observar otros signos indirectos, como el aumento de la velocidad de sedimentación globular (realmente muy inespecífico) o la presencia de proteína C reactiva, que aparece en los fenómenos que cursan con daño tisular. Las hepatitis darán lugar a aumento de las transaminasas y de la bilirrubina.

Las llamadas pruebas serológicas demuestran la presencia de anticuerpos específicos contra un determinado agente y, por lo tanto, que ha existido contacto con él. La determinación de las inmunoglobulinas permitirá conocer también si la infección ha sido pasada o reciente, o si se ha cronificado.

PRUEBAS DE LABORATORIO MICROBIOLÓGICO:

El laboratorio de microbiología se convierte en el principal lugar de diagnóstico preciso, mediante la observación directa de muestras obtenidas de los enfermos con tinciones especiales o los cultivos para observar el crecimiento de las colonias. Así se demuestra la existencia del agente infeccioso y se identifica.

Vale la pena que dediquemos un espacio para listar algunas de las pruebas más utilizadas para estas tipificaciones:

  • Observación directa mediante, entre otras:
    • Tinción de Gram: utilizada para la identificación de las bacterias, las clasifica en grampositivas o gramnegativas de acuerdo a las características de su pared celular, como ya has estudiado en capítulos anteriores.
    • Tinción de Ziehl-Nielsen: sirve especialmente para identificar el bacilo de Koch, productor de la tuberculosis. Las bacterias ácido-alcohol resistentes se tiñen de rojo (las micobacterias y el criptosporidium, entre otras), mientras que el resto se tiñe de color azul.
    • Tinción hematoxilina-eosina: se utiliza para ver las inclusiones celulares de los citomegalovirus, las cándidas, protozoos, etc.
    • Tinción de plata: permite observar la Legionella y algunos hongos.
    • Tinción de Giemsa: se utiliza para visualizar parásitos, especialmente sanguíneos protozoarios, como los causantes de la malaria o la enfermedad del sueño.
  • Cultivo de muestras de secreciones, líquidos o tejidos:
    • Permiten que el germen crezca y se multiplique en una placa de Petri, y a partir de estas colonias, se pueden realizar técnicas en batería con reactivos específicos para identificarlo. Se utilizan diferentes medios de cultivo para favorecer el óptimo crecimiento. Entre las pruebas  más realizadas, se encuentran los frotis (mediante una torunda de algodón se frota sobre la superficie que se supone infectada), los hemocultivos, los urocultivos y los cultivos de líquido cefaloraquídeo.

PRUEBAS ANATOMOPATOLÓGICAS:

La observación histológica de los tejidos afectados por la infección también puede contribuir a identificar al agente, o la extensión del problema. Se realiza a partir de biopsias o punciones. Se utilizan pruebas de laboratorio especiales .

La luz de Wood, o luz negra, es un subtipo de radiación ultravioleta (UV) tipo A de onda larga generada por una lámpara de mercurio de alta presión con un filtro opaco especial, generalmente de cobalto-níquel, por el que solo puede atravesar la longitud de onda comprendida entre 320 y 400 nm con un pico a 365 nm, penetrando hasta la dermis media. Dicha luz ultravioleta, es invisible para el ojo humano. Sin embargo, iluminando ciertas sustancias con UVA de onda larga, se provoca la emisión de luz visible de diversos colores. Dicho fenómeno se denomina fluorescencia. La piel sana tiene muy poca fluorescencia, ya que la melanina absorbe la mayor parte de la onda y apenas emite luz visible. Pero en algunos tipos de alteraciones de la piel, se puede observar fluorescencia con la luz de Wood, y así, apoyar o no el diagnóstico de ciertas enfermedades.

La proteína C reactiva es una proteína plasmática circulante, que aumenta sus niveles en respuesta a la inflamación.

Son enzimas que se producen en las células de distintas partes del cuerpo, sobretodo en el hígado, pero también en los músculos, los riñones, el corazón o el cerebro. Su función es la de intervenir en la producción de diversos aminoácidos. Hay diversas enfermedades del hígado que elevan las transaminasas, como las hepatitis por virus (como la hepatitis C), autoinmunes, infecciosas, hepatitis isquémicas (por falta de riego sanguíneo al hígado), esteatosis (inflamación por acumulación de un exceso de grasa en el hígado) o la toxicidad por fármacos

La bilirrubina es un pigmento biliar de color amarillo anaranjado que resulta de la degradación de la hemoglobina de los glóbulos rojos reciclados.​Dicha degradación se produce en el bazo. Más tarde la bilirrubina se conjuga en el hígado. Estos pigmentos se almacenan en la vesícula biliar formando parte de la bilis.