1.6.- Recursos terapéuticos contra las infecciones.

Se ve a una chica revisando su botiquín doméstico.

No hay duda de que el tratamiento de las infecciones bacterianas está basado en los antibióticos. Para las infecciones por hongos, disponemos de antifúngicos, así como de antiparasitarios para las infestaciones por protozoos, helmintos o ectoparásitos. En el caso del tratamiento de las infecciones víricas, para algunas de ellas disponemos de agentes antivirales.

  • Aún así, debemos recordar siempre que muchas de las infecciones, especialmente las víricas, son autolimitadas, es decir, que curan de forma espontánea, induciendo además respuestas inmunitarias que impiden la reinfección.

La cultura popular es conocedora de este aspecto y, ante un cuadro catarral, por ejemplo, la gente adopta medidas de tratamiento sintomático hasta que desaparezca la clínica (Ya se dice popularmente: "Un catarro con fármacos dura una semana, y sin ellos, siete días"). Una buena política antibiótica contempla la no prescripción de antibiótico excepto si es estrictamente necesario. Así, no sólo ahorramos recursos, sino que impedimos que se originen cepas bacterianas resistentes a ciertos antibióticos.

  • La automedicación nunca es buena, pero en este ámbito de la antibioterapia, es una de las prácticas que más deberían evitarse.

Por la misma razón, es imprescindible controlar que el enfermo sigue las indicaciones de posología y duración del tratamiento de forma adecuada. Muchas personas tienden a abandonar el tratamiento en cuanto mejora la sintomatología. Eso permite la aparición de recidivas  (recaídas) de la enfermedad, que ya habrán creado resistencia y no se comportarán de la misma forma ante el mismo antibiótico, por lo que se requerirá cambiar el tratamiento inicial.

España es uno de los países desarrollados donde el consumo antibiótico es más elevado, y, por lo tanto, también la existencia de cepas patógenas resistentes a antibióticos comunes también, lo que representa un severo problema para la salud pública.

Se entiende por antifúngico o antimicótico a toda sustancia que tiene la capacidad de evitar el crecimiento de algunos tipos de hongos o incluso de provocar su muerte

Los medicamentos antiparasitarios son los que se usan para tratar las parasitosis. Las parasitosis son enfermedades infecciosas producidas por parásitos.

Experimenta

Interrumpe la lectura y acércate un momento a tu botiquín doméstico. Separa los fármacos antibióticos que halles en él. Seguro que has encontrado alguno, ¿verdad? Y ahora pregúntate, para cada uno de ellos:

  1. ¿Para qué lo tomé?
  2. ¿Todavía tengo la enfermedad que motivó que lo tomara?
  3. ¿Queda suficiente para un tratamiento completo?
  4. Los restos de antibiótico, ¿son reutilizables?
  5. Y si miro la fecha de caducidad...
  6. Entonces, ¿para qué los guardo?

Las vías de administración para los antibióticos, antifúngicos, antiparasitarios y antivirales son múltiples: la vía oral en forma de comprimidos o cápsulas, la vía parenteral en inyecciones intramusculares o endovenosas, los colirios oftálmicos, las gotas para los oídos, los preparados intravaginales, las cremas y pomadas tópicas, los champús, etc.

"Para saber más"

Cuando un microorganismo se hace resistente a un antibiótico concreto necesitamos encontrar otra sustancia que pueda combatir la infección. Para ello se realizan pruebas de laboratorio llamadas  antibiogramas. La revista Elsevier te facilita la información que necesitas:

Antibiograma