2.4.- Los patrones histológicos y los signos inflamatorios.

Se muestra la silueta de una rodilla inflamada.

Según el tipo de inflamación (aguda o crónica) y la manifestación anatomopatológica tisular, podemos encontrar diferentes patrones morfológicos:

  • Inflamación serosa:

    Se produce extravasación de líquido plasmático (trasudado) que procede de la misma sangre o de las células mesoteliales. ¿Te has fijado alguna vez en el líquido transparente que está en el interior de las ampollas que se producen por rozamiento en los pies?

  • Inflamación fibrinosa:

    Corresponde a una reacción de mayor intensidad. La extravasación también incluye proteínas de mayor tamaño, como es el caso de la fibrina. Ya no es un trasudado, sino un exudado. Se forma un coágulo amorfo o un entramado de fibras.

  • Inflamación supurativa:

    En este caso hay restos celulares de necrosis, de elementos de la muerte bacteriana (suele ser el principal agresor en este tipo de inflamación, por ejemplo, la producida por la bacteria Streptococcus pyogenes), que se acumulan formando pus. Si este pus queda circunscrito a una zona cerrada en el organismo, se forma un flemón o un absceso.

  • Inflamación ulcerativa:

    La destrucción tisular se ha producido cerca de la superficie, comunicando esta área necrótica con el exterior o la luz de la cavidad (por ejemplo, en el tubo digestivo). La úlcera es una auténtica pérdida de sustancia tisular, que aparece como una herida socavada.

  • Inflamación granulomatosa:

    Específica de algunos procesos definidos de inflamación crónica, en este tipo de patrón de respuesta tisular los linfocitos T y los macrófagos intentan aislar al agente agresor que, por su tamaño o sus características, no puede ser fagocitado. Se forman entonces auténticos aglomerados de células defensivas alrededor del elemento patógeno. Los granulomas pueden ir asociados a fibrosis o necrosis. Es el patrón típico de la tuberculosis, que hemos estudiado con las enfermedades infecciosas.

LOS SIGNOS CLÍNICOS DE LA INFLAMACIÓN

Observados desde los albores de la medicina, los signos de la inflamación nos indican fácil y rápidamente la aparición clínica y semiológica del proceso histológico íntimo. Tradicionalmente, se han definido los cinco signos siguientes:

  • Dolor.
    Producido por la liberación de las prostaglandinas, que estimularan al sistema nervioso, en concreto a sus receptores de terminación libre.
  • Calor.
    El aumento de temperatura de la zona afectada está relacionado con el aumento de la capilaridad y la circulación sanguínea en ese lugar.
  • Rubor.
    Al igual que el anterior, es la estasis eritrocitaria por enlentecimiento de la velocidad de la sangre en los capilares dilatados la que dará lugar al enrojecimiento típico de las lesiones inflamatorias.
  • Tumor.
    La extravasación de líquidos plasmáticos desde los capilares sanguíneos por efecto de la vasodilatación de los mismos, como explicábamos antes, conducirá a la aparición de edema (acumulación de líquido en los tejidos), que se manifestará clínicamente como una tumoración, un nódulo o una pápula.
  • Impotencia funcional.
    En ocasiones verás que se refieren a ella utilizando el término en latín: functio lesae. Es evidente que un miembro doloroso se moverá peor, pero también está claro que un hígado inflamado no funcionará de forma óptima.

Se denomina trasudado a la colección de fluido extravascular (no inflamatorio) en el intersticio. Básicamente es un filtrado de plasma con bajo contenido en proteínas.