Ya hemos visto que la multiplicación anómala y, por decirlo de alguna forma más entendible, no "frenada" por los sistemas de control habituales del organismo es común en las neoplasias benignas y malignas.
Pero, ¿Qué es lo que hace que una neoformación tumoral sea para nosotros una masa que no nos asusta? ¿Cuáles son los criterios que marcan la benignidad del proceso?
Y aún podemos hacernos una pregunta más. ¿Hasta qué punto es benigna una tumoración benigna?
Criterios de benignidad de las neoplasias.
- Mitosis escasas:
Si observamos una tumoración benigna en una preparación anatomopatológica para observación microscópica, vamos a visualizar muchas menos células en proceso activo mitótico que en una neoplasia maligna.
- Crecimiento lento:
Esta baja tasa de mitosis hace que el tumor crezca con más lentitud.
Algunas de las neoplasias benignas pueden tener años de evolución, sin haber causado problemas ni sintomatología más allá de la tumoración por sí misma.
- Crecimiento expansivo:
Los tumores benignos crecen en tamaño, pero limitándose al tejido inicial que los acogía, es decir, no son neoplasias que infiltren o invadan los tejidos vecinos.
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Este es el motivo de la principal sintomatología que pueden presentar, que es la ocupación de espacio en el interior del organismo.
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