Volvamos a recordar los niveles de prevención. La prevención secundaria se basa en la detección de la enfermedad cuando es reciente y aún no ha dado sintomatología ni complicaciones, es decir, cuando todavía no se ha manifestado clínicamente. De esta forma, podremos disminuir la morbilidad y la mortalidad asociadas a la enfermedad cancerosa, diagnosticando el cáncer antes de que su nivel de infiltración o la presencia de metástasis sean de consecuencias irreparables.
Es fácil de comprender que las pruebas de cribaje son uno de los instrumentos más útiles para realizar una detección precoz de ciertos cánceres. Para referirse a ellas también se suele utilizar el término anglosajón "screening".
Cuando la población expuesta a un determinado factor de riesgo es considerable, se articulan propuestas de salud pública basadas en la realización de pruebas diagnósticas masivas. Es el caso, en nuestro ámbito, de la realización de mamografías a las mujeres mayores de 45 años (suelen ser bianuales) o de la obtención y análisis de una muestra citológica del cérvix uterino de las mujeres fértiles, también de forma periódica. Hoy en día, estas pruebas de diagnóstico precoz resultan rutinarias en las consultas de ginecología (o deberían serlo).
Otras pruebas de diagnóstico precoz suelen ir ligadas a un mayor riesgo individual para un determinado tipo de cáncer. A los individuos con varios familiares que han presentado cáncer de colon, se les suele someter a una colonoscopia de despistaje de lesiones, para detectar alteraciones en la mucosa que puedan resultar sospechosas. Del mismo modo, se realizan pruebas para detectar sangre oculta en heces, que podría representar una primera manifestación semiológica de la enfermedad cancerosa.
En ocasiones, la técnica que se podría utilizar para un screening masivo puede tener más efectos indeseables que ventajas en el caso de aplicarla. Imagina que realizamos una radiografía torácica a todos los individuos fumadores para observar masas tumorales pulmonares. No sería de alta efectividad, dado que quizás la pequeña o incipiente afectación cancerosa podría no ser suficiente para manifestarse en una radiografía. Pero además, sabemos que es conveniente limitar la exposición a las radiaciones ionizantes. Una única radiografía probablemente no suponga ningún problema para un individuo aislado pero, ¿sería correcto desde el punto de vista de la salud pública exponer a toda la población a este tipo de radiaciones de forma, podríamos decir, casi gratuita?
Existen pruebas sencillas de despistaje del cáncer que puede realizar el mismo individuo sin necesidad de recurrir a los sistemas sanitarios. Además, se han definido como altamente efectivas. Nos estamos refiriendo a la autopalpación de las mamas que deberían realizar todas las mujeres mientras realizan la higiene diaria. Ante pequeños nódulos o dolor en la palpación, o la presencia de ganglios axilares, la mujer puede solicitar consulta ginecológica para una exploración mamaria más especializada que pueda detectar problemas cancerosos incipientes.
Del mismo modo, las personas que tienen nevus deberían mantener una vigilancia sobre los mismos, controlando cambios en su tamaño, coloración, márgenes o aparición de signos como el sangrado, el picor, el dolor, etc. que pueden ponerlos sobre alerta de la posible transformación maligna en un melanoma.
Y es aquí donde volvemos a referirnos, una vez más, a los marcadores tumorales, que estudiaste en un capítulo anterior de esta misma unidad formativa. Como puedes deducir, estos compuestos que aparecen en ciertos cánceres, aunque puedan no ser específicos, pueden orientar, al hallarse aumentados en la analítica de sangre, a la presencia de procesos malignos incipientes. En ocasiones, también se utilizan de forma casi masiva, como la cuantificación del PSA para descartar la neoplasia prostática o del CEA para valorar las posibles neoplasias de colon.
No olvides, no obstante, que la realización de pruebas de detección precoz del cáncer también tiene su lado oscuro: por un lado, imagina el problema psicológico que puede representar que una persona reciba un falso positivo (es decir, como ya estudiaste, que la prueba determine la posibilidad de cáncer, pero que en realidad el paciente no esté afectado por la enfermedad). Y también es posible que se produzca un falso negativo, en el que la persona relaje su control porque cree no estar afectado, cuando en realidad sí lo está… Y, en tiempos económicamente comprometidos, el coste de la realización de cribaje masivo puede resultar costoso para las economías sanitarias.
Aún así, el diagnóstico precoz salva muchas vidas, al evitar la diseminación de la enfermedad, y la detección de esta en momentos clave para ser susceptible a los tratamientos habituales.