Es preciso que recuerdes que no sólo las neoplasias malignas provocan alteraciones en la salud del paciente. También las tumoraciones benignas pueden ocasionar problemas, fundamentalmente debidos a la ocupación de espacio por parte de las neoplasias, aunque no has de olvidar que, en nuestro ámbito, también los problemas estéticos que puede causar un tumor cutáneo, por ejemplo, pueden ser considerados como patología.
Pero, ¿Cuáles son los mecanismos patogénicos en general de las masas neoplásicas?
- Localización "molesta" de la neoplasia: no sólo nos referimos a los problemas visibles de las tumoraciones, por ejemplo en la zona facial. Las neoplasias también pueden afectar severamente a la salud por su localización. Imagina el caso de un adenoma hipofisario. Puede ser una tumoración benigna, puede ser inactiva desde el punto de vista hormonal, pero puede destruir a estructuras adyacentes o al resto de la hipófisis.
- Ocupación de espacio sobre estructuras adyacentes o luz de cavidades: ya hemos utilizado este ejemplo en un capítulo anterior: Una tumoración intracraneal no puede protruir al exterior, ya que la calota craneal es rígida. La única vía de crecimiento que tiene la tumoración, aunque sea anatomopatológicamente benigna, es hacia la luz de los ventrículos cerebrales, ocluyéndolos, y causando hipertensión intracraneal, que puede ser mortal.
- Actividad funcional hormonal: más propio de tumoraciones benignas que malignas, sobre tejido glandular. Provoca una hipersecreción de una hormona determinada, con las consecuencias patológicas que comporte. Lo ilustraremos con un ejemplo: El insulinoma. Esta tumoración puede producir insulina, causando muy severas hipoglucemias en el individuo afectado.
- Ulceraciones: Estas lesiones sobre epitelios, mucosas o endotelios, pueden causar hemorragias o infecciones secundarias. Suelen ser propias de las neoplasias malignas.
- Necrosis: el crecimiento excesivo de la masa tumoral puede obstruir las estructuras vasculares de la zona ocasionando isquemia celular, y por consiguiente, zonas necróticas. Estas también pueden verse con mucha frecuencia en el propio tumor, si éste es maligno.
- Inmunodepresión: la inmunodepresión ya hemos visto que favorece la aparición de lesiones cancerosas, pero, a su vez, el cáncer puede disminuir la respuesta inmunitaria de los enfermos, favoreciendo las infecciones, especialmente las de tipo oportunista.
- Síndrome tóxico: como afectación general en las personas afectadas por el cáncer, y sin conocerse aún de forma detallada los mecanismos que producen estas alteraciones globales del organismo, aparece adelgazamiento (especialmente con pérdida de la masa grasa y la masa muscular), debilidad intensa, anorexia, febrícula, anemia…
- Síndrome paraneoplásico: por lo menos se ven afectados por este síndrome un 10 % de los enfermos cancerosos y, al igual que ocurre con el síndrome tóxico, no se conoce el mecanismo patogénico que lo produce. Aún así, resulta muy útil para el diagnóstico del cáncer, ya que algunas lesiones paraneoplásicas son patognomónicas de malignidad y en ocasiones aparecen como primer síntoma del cáncer. El lado oscuro de las lesiones paraneoplásicas es que en ocasiones producen alteraciones patológicas muy severas que se suman a la sintomatología del cáncer en sí mismo, pueden aparecer de forma tardía o pueden simular alteraciones metastásicas que conduzcan a decisiones terapéuticas erróneas.
- Alteraciones metastásicas: son suficientemente importantes para que les dediquemos un capítulo aparte.
La Hipertensión Intracraneal es un trastorno neurológico, serio, que se caracteriza por un Aumento de la Presión del Líquido Cefalorraquídeo (LCR) dentro de la Cavidad Craneal.
son el resultado de que un cáncer produzca síntomas inusuales debido a las sustancias que circulan en el torrente sanguíneo. Estas sustancias pueden ser hormonas producidas por el tumor o anticuerpos segregados por el sistema inmunitario. Pueden afectar al funcionamiento de diversos tejidos y órganos y cursar con síntomas en sitios distantes del tumor. Los síndromes paraneoplásicos pueden interferir en muchos sistemas orgánicos diferentes, incluidos los sistemas nervioso y endocrino (hormonal), lo que da lugar a complicaciones como cambios en el sistema nervioso, hipoglucemia, diarrea o hipertensión.