Ya hemos dicho que, en general y lamentablemente, los profesionales sanitarios no somos buenos informadores, y por tanto, la falta de información o de explicaciones adecuadas es una de las causas más frecuentes de insatisfacción del paciente en la atención sanitaria recibida y de falta de motivación para realizar cambios de estilo de vida.
Si la información al paciente tiene como objetivo informar sobre posibles opciones, la motivación debe ayudar a valorar los posibles resultados de cada una de esas opciones y de esta forma, seleccionar la mejor alternativa. También permite corregir ideas erróneas, no realistas tanto de la enfermedad como de las posibilidades terapéuticas y está comprobado que un paciente bien informado y bien motivado aumenta las probabilidades del cumplimiento de las instrucciones que recibe.
La información y la motivación, además de lo dicho anteriormente, aporta otros beneficios sobre el paciente como son:
- Disminuye la ansiedad y el estrés del paciente.
- Disminuye el dolor y el tiempo de estancia hospitalaria.
- Aumenta la satisfacción del paciente.
- Aumenta la adherencia (cumplimiento de instrucciones).
Respecto a la información y la motivación, nos podemos plantear qué, cómo y cuando dar esa información y de forma general podemos decir:
- Qué:
Es preciso determinar el tipo de información útil para cada paciente (incluyendo la desagradable), debemos identificar la fuente más fiable para informar al paciente, incluso valorar si la información ha de secuenciarse.
- Cómo:
Debemos limitar la información dada por ocasión, es fundamental comentar antes los contenidos que se explicarán, la información debe ser clara, evitando al máximo la terminología científico-técnica que no está al alcance del público en general, por ejemplo, "padece usted una miocardiopatía cuya etiología parece relacionada con un proceso degenerativo del nodo sinusal" o dicho de otro modo "padece usted del corazón, y ahora voy a tratar de explicárselo para que me entienda: ... ", además es conveniente ejemplificar. Debemos mostrar una actitud amistosa y sensible. Es importante ser realista, pero no asustar innecesariamente. En todo momento, se debe observar la reacción del paciente y discutir sus reacciones Por último, debemos asegurarnos de la comprensión de la información recibida.
- Cuándo:
En primer lugar debemos seleccionar la información actualmente disponible, debemos valorar la precisión y validez de la información de que dispone el paciente y también la disposición o receptividad del paciente hacia nueva información.