Esta ciencia sirve para establecer el diagnóstico de salud o enfermedad en una comunidad, describiendo la distribución y magnitud de los fenómenos o problemas, y esto permite:

• Identificar la etiología o factores causantes, los factores protectores y los factores de riesgo para cada enfermedad. Se puede demostrar, por ejemplo, que el azúcar aumenta la tasa de caries; o que las cremas con protección solar disminuyen la incidencia del cáncer de piel; o que la falta de cepillado dental aumenta la enfermedad periodontal…
• Proporcionar datos a determinados organismos para la gestión sanitaria. Permite organizar los servicios de salud, como por ejemplo, en las épocas en las que aumenta la incidencia de gripe los hospitales se preparan con un incremento en el número de camas disponibles, o si en una población la tasa de cáncer oral es muy alta, se puede plantear alguna intervención de carácter preventivo para disminuir el consumo de tabaco.
• Evaluar de distintas actuaciones sanitarias. Por ejemplo, si se ha destinado un dinero a fomentar el uso de preservativos para el control del SIDA, después de un tiempo, se puede comprobar que la tasa de personas afectadas ha disminuido; si se ha trabajado con los niños y niñas de un pueblo el uso de cepillo dental se puede comprobar un tiempo después si el índice de placa ha disminuido.

Es importante recordar también que esta ciencia trabaja con grupos (poblaciones, comunidades…) y no con personas de forma individual, de forma que las decisiones que se toman suelen ser en interés de la mayoría y no de una persona en particular. Así, cuando se decide vacunar a una población de una enfermedad (como el sarampión), se está pensando proteger a la mayoría de la gente, aunque se sabe que alguna vacuna puede causar daño a alguna persona en particular; o cuando se fluoran las aguas de una comunidad se está pensando en disminuir la prevalencia de caries en la población y no en el daño que la pueda causar a alguien el flúor.