Realizar una extensión sanguínea, consiste en conseguir una fina capa de sangre sobre un portaobjetos, de forma que las células sanguíneas estén dispuestas formando una sola capa ligeramente separadas entre sí. De esta manera, se podrán ver los diferentes elementos de la sangre de una forma homogénea, permitiendo el estudio del número y la morfología de los tipos celulares que componen la muestra. La extensión sanguínea es crucial para el diagnóstico en el laboratorio, por ello es importante llevar a cabo una buena ejecución del proceso.
La extensión sanguínea se puede realizar mediante diferentes métodos manuales o automáticos:
- Mediante centrifugación. La extensión se realiza colocando una pequeña gota de sangre sobre un portaobjetos y centrifugándolo en una centrifuga especial para portaobjetos.
- Método de los portaobjetos. Es el método más empleado y consiste en deslizar un portaobjetos esmerilado sobre otro en el que se ha depositado una pequeña gota de sangre. Tanto la presión ejercida como el ángulo con el que se sostiene el portaobjetos van a influir en la distribución de las células. Por ello, es recomendable que el ángulo sea de unos 45º y ejerciendo una presión moderada y uniforme a lo largo de todo el extendido.
Placa fina de cristal con los bordes pulidos sobre el cual se disponen objetos para su observación con el microscopio.