Es importante recordar los criterios siguientes que poseen una finalidad fundamentalmente didáctica al objeto de facilitar el estudio y caracterización, desde el punto de vista del trabajo en el laboratorio, de los distintos tipos de anemias.
Se pueden utilizar distintos criterios para clasificar las anemias. A continuación, se presentan dos más usados. Sobre ellos, se puede encontrar abundante bibliografía e información en la red.
- Clasificación morfológica.
Clasifica las anemias en función del tamaño de los hematíes, es decir, según su VCM. Este permite subdividir a las anemias en tres grupos:
- Microcíticas: VCM menor a 80 µ3. Las causas más frecuentes son el déficit de hierro y la talasemia.
- Normocíticas: VCM entre 80 y 100 µ3. Las causas más frecuentes son anemia secundaria a enfermedad crónica, anemia hemolítica, anemia aplásica y hemorragia aguda.
- Macrocíticas: VCM mayor a 100 µ3. Las causas más frecuentes son déficit de vitamina B12, déficit de ácido fólico, hipotiroidismo y enfermedad hepática.
- Clasificación etiopatogénica.
El número de hematíes presentes en la sangre en un momento dado es el resultado de un equilibrio dinámico entre su producción y liberación a la circulación sanguínea y su destrucción o pérdida. Por tanto, se pueden clasificar en anemias arregenerativas o centrales y anemias regenerativas o periféricas, en función del índice de reticulocitos tal y como se muestra en el siguiente esquema.
- Anemias arregenerativas o centrales. Producidas por una alteración en la producción de hematíes. Hay una disminución en la eritropoyesis.
- Anemias regenerativas o periféricas. Producidas por perdida al exterior o destrucción acelerada de hematíes o ambas. La médula ósea conserva o tiene aumentada la producción de hematíes que se traduce en un aumento de reticulocitos en sangre periférica.
- Anemias posthemorrágicas agudas o crónicas.
- Anemias hemolíticas. Aquellas en las que hay una destrucción acelerada de hematíes.
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Anemia producida por un fallo en la producción en la médula ósea.