Presentación que narra el retrato del consumidor de hoy (2007). Barómetro de consumo. Fundación Eroski.
Cuando compra alimentos sigue siendo marquista y bastante tradicional: confía algo más en los mercados y tiendas tradicionales que en hipermercados y supermercados, y en alimentación las marcas en que más confía son las de prestigio, si bien lo hace cada vez más en las marcas blancas o de distribuidor. No termina de confiar en las marcas más nuevas y menos aún, en las más baratas.
Confía en los alimentos y cree que son seguros, sólo la comida rápida (hamburgueserías, pizzerías, bocaterías...) y los transgénicos suspenden claramente. Mejora la confianza en la carne.
Asegura que el color es el indicador de frescura en la carne y el pescado; y en el pescado más que en la carne, también el olor.
Asocia preferentemente la mayonesa con las toxiinfecciones y problemas sanitarios, y también a los huevos, los precocinados y los platos preparados.
Confía mucho en los alimentos ecológicos, pero sigue sin comprarlos. Tampoco compra los procedentes de comercio justo.
Conocer personalmente al vendedor y tenerle en buen concepto es lo que más confianza le genera a la hora de comprar carne y pescado, pero también le importa mucho la imagen de calidad y confianza del establecimiento.
Cada vez se fija más en la lista de ingredientes y en la información nutricional que contienen las etiquetas de los alimentos.
Más que en nada ni nadie, confía en sí mismo y en su círculo de allegados a la hora de tomar decisiones relacionadas con los alimentos. Y confía bastante en servicios sanitarios y asociaciones de consumidores.
Está seguro de que quien mejor defiende sus intereses como consumidor es él mismo. La única otra referencia son las asociaciones de consumidores. Administración de las empresas no destacan por su papel de defensoras del consumidor.
Su fuente de información más importante sobre temas de consumo no son los medios de comunicación, las empresas ni las autoridades públicas, sino familiares y amigos, a quienes siguen en importancia dependientes de las tiendas y asociaciones de consumidores.
Piensa que la vida está cara; no se siente compensado por lo que recibe a cambio de lo que paga, particularmente en vivienda y seguros.
Reclama poco, sólo una de cada cinco personas, y cuando lo hace, el principal destinatario son los operadores de telefonía. Además, sólo una de cada tres respuestas recibidas a esas reclamaciones genera satisfacción en quien ha reclamado.
Quiere más y mejor información sobre productos y servicios.
No está vinculado a ninguna ONG, y cuando lo está, colabora con dinero y no con trabajo o tiempo.
Tiene ordenador en casa y lo tiene conectado a Internet; el principal acceso al ordenador fuera del hogar es en el centro de trabajo; usa la Red preferentemente para navegar por la web y enviar emails, no compra por Internet porque le suscita desconfianza, y no reconoce que se baja música y películas de la Red.
Tiene móvil, pero no reproductor de música mp3, ni navegador GPS, ni agenda electrónica (PDA).
Más que nada, anda. Andar es el ejercicio físico que más realiza, seguido -de lejos- por actividades propias del gimnasio, correr, nadar, fútbol y baloncesto.
No fuma ni ha fumado nunca, aunque haya muchos que lo hicieron en un pasado.
Está cada vez más preocupado por su salud, pero también por su imagen y por el cuidado estético de su cuerpo; sin embargo, no quiere saber nada de cirugía estética y no acostumbra comprar anticelulíticos, anti-arrugas, anti-edad, etc.
Es indulgente consigo mismo: dice no estar estresado y no llevar una vida sedentaria. Y asegura que sigue hábitos alimentarios saludables y que hace ejercicio físico con frecuencia.