El mantenimiento en las instalaciones de megafonía y sonorización, puede ser correctivo, empleado cuando hay una avería y se procede a su reparación de manera inmediata para restablecer el servicio. Y el mantenimiento preventivo, empleado generalmente en grandes instalaciones donde es fundamental prever el tiempo de duración de los elementos y equipo instalados para proceder a realizar ciertas funciones con el objeto de que no se produzcan averías.

A lo largo de la unidad de trabajo iremos viendo las características de los dos tipos de mantenimiento.

El usuario y la empresa instaladora deben conocer las características de todos los elementos instalados así como su ubicación. Interruptores, reguladores, selector de programas o altavoces deben constar en los esquemas finales de la instalación.

El usuario o encargado, en su caso, debe poder determinar el funcionamiento correcto o no del sistema de sonorización para cuando surja un problema pueda explicar a la empresa mantenedora dónde está ocurriendo el mal funcionamiento y pueda proporcionar una pista a los técnicos para poder reparar la disfunción lo antes posible.

En instalaciones de pequeña o mediana envergadura puede ser bastante lógico el planteamiento de enfoque de reparación debido a que el sistema funciona en cadena, es decir, que si una etapa no funciona, podemos acudir a la anterior para localizar con gran efectividad el punto donde puede residir el fallo.

Los equipos modernos pueden tener un sistema de auto-chequeo de forma que es posible saber a la hora de conectar el equipo si hay alguna anomalía en la instalación.

De todas formas es conveniente conocer a fondo los sistemas y su instalación para guiarnos en el proceso de reparación, sobre todo. La intuición puede llevarnos descubrir anomalías, pensando que las partes más vulnerables de una instalación son las que están sometidas a mayor esfuerzo, como las etapas de potencia, y las que son susceptibles de rotura por manipulación directa.

Si se toma la referencia de un año, plazo que es razonable para hacer un mantenimiento de la instalación podemos encontrar los siguientes elementos para revisar:

• Funcionamiento de las etapas de potencia. En este apartado debe considerarse la fijación de éstas al chasis o al rack donde se ubique. El estado de los cables, observando conexiones de entrada y salida, así como cables de alimentación. También conviene revisar las rejillas de ventilación que hacen que el equipo funcione a la temperatura adecuada. Por último, observar el estado de la puesta a tierra.
• Fijación de las conexiones de los cables a las regletas de los elementos y bornes y su aislamiento respecto el resto de las conexiones que estén en las cajas de registro que distribuyan la señal.
• Fijación de las bases que están en pared para regulación de volumen y cambio de canal de audio, o selector de programas e interruptores en general.
• Fijación de altavoces y cajas acústicas, rejillas y estado de las conexiones, sobre todo si han estado expuestas a humedades o por el contrario han estado cerca de elementos de calefacción. Así, pueden quedar en mal estado y debemos proceder a su revisión y reposición.
• Todo lo relacionado con la manipulación manual expuesta al deterioro como pulsadores de los micrófonos con pupitre o cableada que no está fijo y permita movimiento.
• Los micrófonos son susceptibles de averías porque la saliva ataca las partes internas de éste. Todo eso unido a la manipulación brusca de estos elementos hacen que se separen los cables soldados de los conectores.

Para las operaciones de mantenimiento se van a usar los mismos equipos e instrumentos de medida que para su instalación. El instrumento de medición imprescindible es el polímetro, el cual puede ser usado para medir tensiones de alterna o continua, medida de resistencias, continuidad o medidas intensidad de corriente; incluso en el mercado existen multímetros de alta resolución con prestaciones muy avanzadas, incluida la posibilidad de ser conectado a un PC. El inyector de señales también podrá ser usado para comprobar el estado entrada/ salida de los elementos de la instalación. El seguimiento de la señal desde la entrada a la salida va a ser el proceso que se use para determinar disfunciones o comprobar que el equipo funciona bien.

El uso de un altavoz monitor que previamente hemos comprobado que funciona nos puede servir para intercambiarlo con el altavoz en pruebas a fin de determinar si la avería procede de ese punto. A veces una pequeña pila de 1,5 voltios puede ayudarnos a conocer el estado de un altavoz, porque si la aplicamos a sus bornes podemos oír un tic-tac característico en el caso de que el altavoz está en buenas condiciones (al menos hay continuidad en la bobina), aunque no es una prueba definitiva de buen rendimiento del altavoz.

Otros instrumentos de comprobación pueden ser sonómetros, para medición de niveles de sonido, o medidores de sonido que funcionan en régimen continuo para detectar pico o subidas en espacios donde el nivel de sonido debe controlarse.

También podemos citar los analizadores de audio funcionando mediante ordenadores portátiles o analizadores integrados en soportes portátiles y de tamaño reducido para hacerlos más ligeros.

Las comprobaciones de los equipos es necesaria ya que una emergencia puede hacer necesario su uso inmediato y, por tanto, deben estar en funcionamiento: Podemos citar los micrófonos inalámbricos, los cuales hay que reponer las pilas y observar el estado de antenas emisoras y receptoras.

La comprobación de las tomas de tierra en los equipos conectados a la red eléctrica es importante también. Hay que comprobar el estado de los reproductores a casete o lectores de CD.

También se deben comprobar el estado de previos y etapas de potencia, cableado hasta los altavoces, limpieza de botoneras con alcohol.

Las herramientas usadas en reparación de instalaciones de megafonía son prácticamente las mismas que hemos usado para el montaje de la instalación. Podemos citar desde el clásico juego de destornilladores de distintas medidas, ya sean planos, de estrella o de configuración especial, hasta las tijeras de electricista, alicates de corte, alicates universal, entre otros.

Se puede decir que todas las herramientas usadas para la reparación de equipos electrónicos pueden ser usadas en la reparación de equipos de sonido; así, podemos citar algunas como el soldador de mediana potencia junto con su soporte, desoldador, bridas de plástico de fijación, etc.

En general el uso de pequeñas máquinas herramientas como el taladrado manual con brocas para pared y brocas de metal o madera, se hacen esenciales en este tipo de operaciones.

Las seguetas y otros útiles de corte, para manipular las canaletas de plástico o tubos, pueden darnos una idea de que cada instalación necesita un gran número de estos útiles que no pueden nombrarse en una sola página.

Es la experiencia como técnicos la que hará que utilicemos las herramientas más adecuadas dependiendo de las condiciones en las que trabajemos. En todo caso, debemos tener en cuenta que es fundamental una buena organización de las mismas, para los que se hace esencial el uso de maletas y o estuches para el transporte de las mismas.

La normativa de seguridad se apoya en reducir en la medida de lo posible todo riesgo que pueda provocar un accidente laboral. Para eso se desarrollan normativas para trabajos con herramientas eléctricas en las que hay que seguir las recomendaciones de uso del fabricante y adquirir la experiencia suficiente mediante el ensayo y el aprendizaje. También se desarrollan normas para trabajos como las escaleras portátiles, el trabajo en recintos confinados y la manipulación correcta en los circuitos de las instalaciones eléctricas.

El taladrado manual, como ejemplo de herramientas a motor, debemos considerar que su perfecto estado es fundamental para realizar trabajos de calidad; así, el cable de alimentación debe estar aislado suficientemente y tener una longitud adecuada, las conexiones deben realizarse en clavijas normalizadas, su potencia debe adecuarse a su capacidad de trabajo, y por supuesto, debe desconectar siempre que no esté en uso o cuando se intercambie algún elemento de la máquina como las brocas.

En algunos trabajos de instalaciones en interiores o exteriores, siempre que sea necesario, se deben usar señales para anunciar a las personas que se acercan a la obra que existen peligros definidos o indefinidos y que pueden ser causa de accidentes. Es importante restringir el paso por determinadas zonas con elementos de señalización y advertencia para evitar riesgos innecesarios.

El riesgo eléctrico, fundamentalmente cuando existe la posibilidad de contacto directo de forma accidental por parte del operario con algún elemento que esté conectado a la corriente eléctrica debe tenerse en cuenta debido a la peligrosidad que implica y a las secuelas que puede producir. Como es sabido, el contacto es directo cuando se produce entre el conductor activo y la persona, también puede existir el contacto indirecto cuando se produce con elementos que a su vez están en contacto directo con un conductor, pueden ser tan peligrosos como los primeros y debemos tener en cuanta que las protecciones diferenciales deben estar en buen uso antes de realizar ninguna manipulación en los equipos.

Además, es importante que los equipos y herramientas que se usan en las instalaciones con riesgo de contactos eléctricos, deben cumplir una serie de medidas de seguridad que fundamentalmente deben se fundamentan en un buen aislamiento eléctrico de las carcasas o caja exterior. La sensibilidad a factores como la humedad o temperatura debe mantenerse entre unos márgenes aceptables para que puedan ser clasificados dentro de la normativa de seguridad. La obligatoriedad de incorporar elementos de seguridad en la instalación como interruptores magnetotérmicos o interruptores diferenciales ayudará a convertirlos en elementos seguros

En general, las operaciones de mantenimiento de instalaciones de megafonía y sonorización sirven para atender una posible avería o disfunción en el sistema instalado. Pueden servir también para optimizar el rendimiento de los elementos o componentes de la instalación.

El objetivo será hacer que las instalaciones funcionen en óptimas condiciones en todo momento y asegurar que está disponible para un uso normal o en caso de emergencia.

El mantenimiento debe seguir una pauta continua de trabajo, sean cuales sean las condiciones del lugar donde se ubique o las dificultades de acceso a los equipos de la instalación.

Mediante el plan maestro de mantenimiento podemos ejecutar una serie de acciones con cierta periodicidad (por ejemplo un año) y de esa forma nos anticiparemos al deterioro o el fallo de la instalación. Primero hay que identificar las tareas preventivas a realizar y después se asigna el periodo de tiempo oportuno. Cada tarea se ejecuta en un periodo y no por una fecha fija.

Después se fijan las acciones de reparación para aquellas partes de la instalación con fallos o deterioros. Las reparaciones serán ordenadas desde la jefatura de la empresa. Se deben identificar las prioridades en función de la gravedad o riesgo de las disfunciones observadas. Lo primero es velar por la seguridad de las personas, después los bienes materiales, a continuación la operación comercial, seguidas del confort del cliente y la estética de los elementos de la instalación.

En general se puede hablar del mantenimiento predictivo (mantenimiento planeado) y el preventivo o acciones hechas en periodos de tiempo por calendario o uso de equipos (reemplazo de componentes, evaluaciones). El mantenimiento correctivo será el destinado a la reparación de la disfunción y vendrá como consecuencia de los mantenimientos predictivo y preventivo. Las instalaciones que llevan baterías para caso de emergencia son elementos que necesitan gran mantenimiento.

El manual de servicio suele darlo el fabricante de los elementos y está a disposición de los profesionales de montaje e instalación. Raramente lo tiene el cliente, ya que suele ser un documento técnico para personal especializado.

El manual debe llevar una tabla de contenidos donde se relatan las especificaciones técnicas, operación, herramientas o útiles de instalación o comprobación, etc.

También la instalación debe llevar un manual elaborado por la empresa y que se la quedará el cliente, conteniendo información de la instalación e informando al cliente de que no se debe manipular la instalación.

Para eso se debe dirigir el cliente a la empresa instaladora.

Por otra parte, no se deben hacer modificaciones en la propia instalación dentro de las especificaciones de la legislación presente y por personal no autorizado.

Los planos definitivos estarán en poder del cliente de todas las instalaciones, junto con los esquemas de la instalación de sonido, zonas de servicio y sus características.

Debe existir un contrato de mantenimiento para la realización de éste.

También debe existir un libro de mantenimiento, donde la empresa mantenedora firme las visitas correspondientes, anotando el estado de la instalación, los elementos reparados y defectos observados.

En la documentación debe estar todos los elementos de la instalación, incluyendo el etiquetado de los cables con sus códigos, localización de cajas de registro e identificación de los terminales de entrada o salida de la instalación.

Se incluirá en el contrato los nombres de ambas partes con sus firmas y documentos de identidad, junto con los domicilios actuales para estar dentro de los límites legales.

En toda instalación y una vez terminada la misma, es imprescindible la confección del libro de mantenimiento que será usado por la empresa instaladora cuando vaya a revisar la instalación y posteriormente facilitará las tareas propias del mantenimiento de la instalación y los equipos. En el libro se debe recoger el estado general de la instalación, los defectos que se observen, las reparaciones que se hagan en una fecha, y los recambios de componentes o elementos sustituidos, fundamentalmente.

El titular o cliente debe velar por la custodia del libro y el certificado de la última visita efectuada con la fecha en vigor.

En el libro se deben incluir los esquemas eléctricos de los circuitos e instalación, indicando las zonas donde operan y el número de serie y características de los elementos. La identificación de cada línea, bien por códigos de colores u otras especificaciones y la localización de cajas de registro deben estar también incluidas.

En esta documentación deben incluirse la razón social de las partes del contrato de mantenimiento y el domicilio de la empresa instaladora.

El histórico de averías será una parte fundamental del libro de mantenimiento; también puede usarse un software que registrará las revisiones periódicas o esporádicas donde se detallarán las incidencias en la instalación y que han requerido la intervención de mantenimiento. Debe incluirse el código del elemento afectado, la fecha, descripción resumida de la intervención, tiempo de la intervención o tiempo que ha estado la instalación fuera de servicio.

Las averías más comunes en las instalaciones de megafonía y sonorización se deben a tres factores: el desgaste por el paso del tiempo, el desgaste por el uso y el trabajo realizado por cada elemento.

El desgaste por el paso del tiempo es común en cualquier tipo de instalación. Son característicos los cables con fundas plásticas cristalizadas, que se rompen al intentar doblarlas, los terminales y conexiones oxidadas, entre otras. Los elementos como amplificadores, fuentes de señal, o altavoces pueden presentar anomalías que van a depender de su calidad y su ubicación, por ejemplo un altavoz colocado en un lugar húmedo o donde de sol sufrirá más y su periodo de vida se acortará bastante. El desgaste por el uso es típico en los elementos que el usuario puede manipular como potenciómetros, pulsadores o interruptores. Es típica la avería del cable del micrófono o su interruptor o la cápsula microfónica.

El trabajo realizado por los elementos de la instalación es clave para dirigirnos al lugar donde hay más probabilidad de que encontremos la disfunción. Naturalmente los elementos o componentes de la instalación que más intensidad de corriente soporten, más propensos son de padecer averías por calentamiento, sobre- intensidades o sobretensiones. El ejemplo más claro puede ser representado por una etapa de potencia, donde los transistores finales son los que llevan intensidad de corriente a los altavoces y son, por ello, los que normalmente se pueden estropear.

Para localizar una avería necesitamos proceder razonadamente y con conocimiento de la instalación, es decir, de sus esquemas y trazado de cables. Después habrá que hacer mediciones y pruebas de diagnóstico para delimitar la zona de la avería.

Una instalación de megafonía es, en definitiva, un circuito cerrado con un principio (fuentes de audio) y un final (altavoz) donde hay una entrada y una salida, por lo que tendremos que hacer un seguimiento de la señal desde la entrada a la salida o desde la salida hacia la entrada.

Antes de nada, debemos comprobar que hay tensión de alimentación de red (230 voltios) y que llega a los equipos para alimentarlos (observar estado de interruptores de seguridad).

La primera cuestión a considerar es la visualización de todas las conexiones tanto en los equipos como en los registros; es donde más comúnmente puede haber averías por malas conexiones.

Si procedemos desde el final, lo primero que podemos probar son los altavoces .Para ello podemos inyectar señal directamente a sus bornes y comprobar su estado. Podemos usar una pila pequeña de 1,5 voltios para saber el estado del altavoz.

El paso siguiente será la etapa de potencia o amplificador final, donde inyectaremos en su entrada una señal de audio con nuestro inyector de señal o generador de baja frecuencia. A continuación se debe revisar la parte anterior, que puede ser el cableado desde el previo o desde las fuentes de sonido. Por último hay que revisar la fuente de sonido o el micrófono en su caso.

Para tomar medidas se debe usar un polímetro como un voltímetro para medir tensiones o el ohmetro para medir continuidad, esto es, para comprobar si hay algún cable cortado o sin conexión. Existen otros instrumentos de medida como osciloscopios portátiles que nos permiten observar las señales y medir su atenuación a medida que nos desplazamos por la instalación.

No debemos olvidar inspeccionar el estado interno de los conectores de audio, y comprobar que la señal llega al sitio correcto para establecer un buen contacto.

Para hacer un diagnóstico preciso y en poco tiempo de una instalación de megafonía se deben emplear equipos de medida que sean prácticos y nos faciliten el trabajo, así como ahorro de tiempo.

A veces, las mejores herramientas son las más sencillas y baratas. Si tenemos idea de lo que estamos haciendo, es mejor pensar de donde puede venir el fallo que pasar horas efectuando medidas sin saber muy bien qué resultados esperamos obtener.

Es básico saber usar bien el polímetro para medir tensiones de corriente continua o alterna, medir resistencias, intensidades incluso continuidad. En muchas ocasiones el fabricante facilita en sus esquemas las tensiones que deben aparecer en los puntos indicados cuando el equipo funciona en condiciones normales. Esa medida nos dará información para detectar un fallo.

El inyector de señales o generador de señal de audio también es una herramienta muy útil. Otros equipos más avanzados pueden ser osciloscopio de mano e incluso un ordenador portátil con software específico de medida.

El medidor de impedancia, es otro aparato que se hace imprescindible a la hora de realizar el mantenimiento de una instalación de megafonía, nos permite la comprobación de la línea de altavoces y realizar la medida de impedancia resultante.

A la hora de diagnosticar un fallo en una instalación debemos usar el sentido común y, para ello, debemos conocer perfectamente cómo funcionan los elementos. Podemos comparar tensiones o señales en las distintas partes de la instalación, comprobar la continuidad en los cables, comprobar los conectores y, sobre todo, tener mucha paciencia y dedicar bastante tiempo a pensar sobre los orígenes de la disfunción.

La reparación de averías en instalaciones de megafonía va a consistir básicamente en la sustitución de los elementos dañados. También se puede plantear la reparación interna de los equipos o elementos si se tiene conocimiento de electrónica. Eso será posible en casos donde los síntomas nos digan claramente donde está la avería y se pueda sustituir el componente como un potenciómetro u otro elemento fácilmente identificable y que sea fácil adquirirlo en el comercio. En caso contrario hay que sustituir todo el elemento afectado. Está bien claro que la política de reparación, en todos los campos de la tecnología desde hace ya bastante tiempo, ha sido la de usar y tirar. El reciclaje es muy difícil y raramente podemos aprovechar algo en otra aplicación.

La mayoría de los elementos que podemos encontrar en una instalación pueden ser sustituidos por otros, de la misma marca, aunque cuando pasan unos años nos podemos encontrar la sorpresa de que ya no tienen repuestos. Tales elementos obsoletos, que han dejado de fabricar por que han introducido otros nuevos, hacen que tengamos que cambiar gran parte de las instalaciones para adaptarlos a los nuevos.

No siempre ocurre, pero podemos encontrarnos con elementos que nos permiten intervenir sobre ellos, pudiéndose reparar por nosotros mismos.

Las reparaciones más comunes que se pueden hacer inciden, casi siempre, en los elementos que hacen un trabajo con mayor cantidad de corriente eléctrica, es decir, la fuente de alimentación, que proporciona tensión de trabajo en corriente continua para los equipos. También las etapas de potencia, de las cuales podemos sustituir componentes electrónicos como los transistores finales de potencia, etc.

Los fallos en conexiones como regletas o fichas de empalmes pueden ser comunes también, sobre todo si han estado expuestas a humedades o tirones en sus cajas de registro debido a realización de obras en los recintos como remodelaciones o pintura, etc.

Hemos hablado anteriormente de la necesidad de tener y usar un manual de mantenimiento por parte de la empresa instaladora, aunque es el propio usuario o cliente el que debe guardarlo para cuando le sea pedido por los instaladores o personal de mantenimiento de la instalación.

El manual de mantenimiento de la instalación debe ser un libro que recoja toda la información de la instalación, como plano de canalizaciones, esquema unifilar y bifilar, detalle de la conexión de los elementos como mandos de regulación, amplificadores, altavoces, y otros elementos. Las características de los elementos debe estar también recogida ahí, tal como las características de los amplificadores, es decir, impedancias de entrada o salida, potencia de salida, etcétera.

En el manual debe constar el proceso de la instalación y la comprobación de las partes de ésta, indicando las tensiones de referencia correctas con funcionamiento normal, y detalles técnicos que permitan al personal una rápida observación de los síntomas y una toma de medidas para poder identificar con concreción el origen de una posible disfunción en la instalación.

En el caso de que la instalación de megafonía se integre en la red LAN, debe haber un apartado con los procedimientos de gestión del software para poder hacer las comprobaciones oportunas del funcionamiento o el rendimiento de la instalación. Las firmas de los programas de utilización deben estar protegidas por la legislación actual en esa materia.

Es muy importante (y preceptivo) que las instalaciones de megafonía industrial estén conectadas a sistemas de seguridad o emergencia. Ese apartado deberá ser especialmente señalizado y constar en el libro de mantenimiento para lograr un control efectivo.

En el libro de mantenimiento debe constar el histórico de averías, es decir, las averías que se hayan producido desde la puesta en funcionamiento de la instalación y que tienen por objeto el facilitar el mantenimiento preventivo de la instalación y poder conocer el rendimiento del servicio de la misma, pudiendo hacer un cálculo sobre el capital invertido en la instalación y comparándolo con otras de su misma clase.

En el histórico de averías se deben recoger los datos de averías y reparaciones, incluyendo, al menos los apartados: código y nombre del elemento afectado, la fecha, la descripción de las reparaciones efectuadas indicando los datos más relevantes, y material utilizado. Los problemas que se detecten aunque no sean por causa de avería, sino por fallos de fabricación o de diseño, deben quedar registrados para tomarlos como consecuencias de un mal mantenimiento o por otros problemas.

El documento debe conservarse durante toda la vida de la instalación y deben estar guardados por el usuario o cliente.

En la elaboración de la documentación que debe entregarse al finalizar el proceso de la instalación, deben incluirse los planos y esquemas de canalizaciones y esquemas unifilar y bifilar, así como las conexiones entre los elementos.

Puede pasar que en el transcurso de pruebas y puesta en funcionamiento de la instalación se hayan hecho algunas modificaciones en el cableado interno o externo a las canalizaciones. Esto puede ser debido a modificaciones hechas por el fabricante en los propios esquemas como actualización o mejora de las condiciones de la instalación. Si durante la instalación han surgido variantes o modificaciones que el usuario haya querido añadir, los planos primeros van a cambiar respecto los definitivos, por lo que hay que dejar constancia en dichos planos definitivos. Esta norma va a ser preceptiva.

Los planos definitivos de la instalación en cuanto a canalizaciones deben adaptarse a la normativa de las infraestructuras comunes de telecomunicaciones, por una parte, y por otra con el reglamento electrotécnico de baja tensión, (REBT). De esta forma podemos conseguir que las instalaciones sean compatibles legalmente y entre ellas. Siempre debemos respetar la ley de prevención de riesgos laborales en todos los casos para asegurar un óptimo nivel de seguridad en casos de ampliación o reparación de averías.

Las instalaciones de los edificios, públicos y privados, dotados de elementos susceptibles de tener averías con el paso del tiempo o por el uso, necesitan un programa de mantenimiento.

En general, hablaremos de mantenimiento preventivo en todo tipo de instalaciones, entre las que destacamos:

• Instalaciones contra-incendios.
• Instalaciones de gas-ciudad.
• Instalaciones de gas natural.
• Instalaciones eléctricas.
• Ascensores.
• Antenas.
• Telefonía.
• Megafonía.
• Pararrayos.
• Puesta a tierra.
• Centro de transformación.
• Red exterior aérea o subterránea.
• Alumbrado interior y exterior.
• Audiovisuales.
• Calefacción (calderas).
• Refrigeración (grupo frigorífico)
• Agua sanitaria.

Entendemos por mantenimiento preventivo al efectuado con la intención de reducir la probabilidad de fallo de un bien o del servicio que nos da una instalación. En la actualidad se encuentra muy asistido por herramientas informáticas, tanto para la gestión como para el control.

Específicamente, las instalaciones de megafonía tienes una serie de componentes y equipos susceptibles de mantenimiento preventivo, estos son:

• Acometida de alimentación.

  Se comprobará cada año su fijación, funcionamiento del interruptor automático y efectividad del punto de puesta a tierra.

• Unidad amplificadora.

  Anualmente o cada 2.000 horas de funcionamiento se comprobará lo siguiente:

  • fijación de las distintas unidades.
  • Estado de cables y conexiones de las líneas de entrada y salida.
  • inspección y limpieza de las rejillas de ventilación.
  • Engrase de los elementos de ventilación forzada en caso de existir y comprobación de la puesta a tierra del Equipo.
• Perfil de protección.

  Cada año se inspeccionará visualmente el estado y fijación del perfil y el estado de las líneas protegidas.

• Caja general de distribución.

  Cada cinco años se comprobará la fijación de bornes o regletas y el estado de las conexiones, así como el aislamiento de líneas pertenecientes a circuitos distintos.

• Canalización de superficie.

  Cada cinco años se comprobará la fijación de las bases de sujeción de los tubos y el estado de los elementos que componen la canalización.

• Canalización sobre bandeja.

  Cada cinco años se comprobará la fijación de los soportes de las bases para sujeción de los tubos y el estado de los distintos componentes de la canalización.

• Interruptor.

  Cada año se comprobará su funcionamiento, fijación y estado de los mandos de actuación.

  
• Regulador de nivel sonoro. Cada año se comprobará su funcionamiento, fijación y estado de los mandos de actuación.
• Selector de programas. Cada año se comprobará su funcionamiento, fijación y estado de los mandos de actuación.
• Altavoz empotrado (o de superficie).

  Cada año se comprobará su funcionamiento, fijación del altavoz y rejilla (de la caja acústica) y estado de las conexiones y de los mandos de actuación.

  
• Equipo integrado de regulación y escucha.

  Cada año se comprobará su funcionamiento, fijación y estado de los mandos de actuación.

Todas estas actuaciones deberán estar programadas en el libro de mantenimiento, esencial para lograr el mayor rendimiento y una mayor vida de los componentes y equipos de las instalaciones.