El proceso de captación consiste en la elección y explotación de una fuente de agua de volumen y caudal estables de la que abastecer el ciclo completo de agua de consumo humano. Generalmente se busca una fuente de agua dulce lo más próxima a los asentamientos, con una ubicación en cota superior sobre la del asentamiento y que garantice un caudal de suministro constante en base a las necesidades de consumo. Las formas más habituales son
Manantiales naturales
Muy valorados por la alta calidad del agua obtenida, aunque escasos, ya que depende completamente de la orografía y características del terreno, plantean además, la problemática de su alta estacionalidad, que hace muy variable su caudal.
Embalses
Ubicados generalmente en ríos de montaña y planteados a varios kilómetros de los núcleos poblacionales a los que dan servicios y distribuidos estratégicamente según las características del terreno, son la solución más común en España.
Acuíferos de subsuelo
En torno a un 30% del abastecimiento en España sigue siendo de fuentes del subsuelo, se trata de un recurso hídrico de gran calidad y que apenas requiere de tratamiento depurativo, pero cuya tasa de renovación es mucho más lenta que la de las fuentes de superficie.
Recursos marinos
Por último, el mar representa una fuente abundante de agua, que no obstante requiere de tratamientos de desalinización muy costosos económica y energéticamente, pero que en muchos puntos de la geografía española es el único recurso disponible, dado el crecimiento sostenido del consumo de agua.
Lo más habitual es que sea necesario buscar una combinación de varias fuentes diferentes, dependiendo de las condiciones del asentamiento.
Relación de dependencia con respecto a una estación del año.