Los manómetros piezoeléctricos o transductores piezoeléctricos son sensores que se basan en las propiedades piezoeléctricas de un material de medición. La piezoelectricidad (del griego piezein, "estrujar o apretar") es un fenómeno que ocurre en determinados cristales que, al ser sometidos a tensiones mecánicas, en su masa adquiere una polarización eléctrica y aparece una diferencia de potencial y cargas eléctricas en su superficie.
Este fenómeno también ocurre a la inversa: se deforman bajo la acción de fuerzas internas al ser sometidos a un campo eléctrico. El efecto piezoeléctrico es normalmente reversible: al dejar de someter los cristales a un voltaje exterior o campo eléctrico, recuperan su forma.
Los materiales piezoeléctricos son cristales naturales o sintéticos que carecen de centro de simetría. Una compresión o un cizallamiento provocan disociación de los centros de gravedad de las cargas eléctricas, tanto positivas como negativas. Como consecuencia, en la masa aparecen dipolos elementales y, por influencia, en las superficies enfrentadas surgen cargas de signo opuesto.
Dichos cristales al ser sometidos a la presión ejercida por el agua de las tuberías sufren una deformación mecánica que produce a su vez un diferencial de tensión. Los elementos de medición captan el diferencial de tensión y de forma similar a lo que hacen los voltímetros traducen esa señal a una presión. Los sensores piezoeléctricos son muy precisos y fiables, pero al mismo tiempo sólo pueden aplicarse en contextos de presión dinámica, ya que en contextos de presión estática el diferencial de tensión generado es constante y por lo tanto no es posibles su medición.