1.- Costes de almacén.
Caso práctico
La competencia está ofreciendo cada vez más productos a menos precio. En la empresa se forman distintos grupos de trabajo para analizar en qué apartados se pueden reducir los costes. Miguel participa en un grupo de trabajo que analiza los costes del almacén.
El objetivo de cualquier organización, es ofrecer el mejor servicio al menor coste. En el almacén también debes plantear esa meta en las actividades que se desarrollan. No basta con organizar los medios de manera adecuada, ni fijar el funcionamiento que se considere más conveniente a las necesidades.
Es preciso que todas las actividades en todo momento persigan:
- Reducir los costes de funcionamiento, en especial aquellos que más tiempo ocupan, como la preparación de pedidos.
- Es preciso reducir el número de manipulaciones, considerar la posibilidad de automatizar procesos y eliminar errores y reprocesos.
- Optimizar el espacio disponible. Es preferible en muchos casos aumentar la rotación de mercancías, que haya más movimiento, a tener que contratar más espacio para almacenarlas. La gestión informatizada permite aprovechar todos los huecos del almacén de manera más flexible.
Hay que tener en cuenta una serie de factores que nos obligan a analizar y mejorar las operaciones para reducir los costes:
- La situación del mercado es cambiante y no es posible contar con una estructura de costes estable: los costes de transporte pueden verse alterados por los combustibles, o un nuevo competidor puede ofertar el producto a precios inferiores.
- En muchos casos es muy difícil reducir los costes de fabricación, por lo que la reducción en el precio se debe obtener en la cadena logística, con los plazos de entrega de proveedores o en la distribución.
- Para el fabricante puede ser más ventajoso dejar las actividades de almacenaje y distribución en manos de operadores logísticos.
Es preciso, por tanto, poder medir todos los costes que intervienen en la función de almacenamiento y gestionarlos de manera adecuada para mejorar el servicio. En algunos casos, es más sencillo: sabemos lo que cuesta cada caja de cartón en la que embalamos los productos, y podemos repartir el salario del empleado entre el número de cajas embaladas para saber el coste por caja. Pero no es tan sencillo, por ejemplo, distribuir entre las cajas o palets almacenadas los costes del equipamiento informático.