Todos los circuitos eléctricos necesitan estar protegidos contra anomalías que puedan causar daños, tanto en ellos como en las personas que puedan estar manipulándolos. Estas anomalías suelen ser:
- Sobrecarga: intensidad superior a la nominal debido a diversas causas como agarrotamiento, exceso de carga, etc.
- Cortocircuito: aumento brusco de intensidad debido a que dos puntos entre los que existe una diferencia de potencial se han unido.
- Derivación: conexión de una de las fases a tierra, pudiendo ser debida a un fallo en alguno de los aislamientos del circuito (contacto indirecto) o al contacto directo humano con zonas activas del circuito. Debido a ello, se producirán corrientes de derivación a través de nuestro cuerpo.
Para protegerse de las anomalías anteriores, los circuitos eléctricos se equipan con los siguientes elementos:
- Fusibles: protegen las instalaciones contra sobrecargas y cortocircuitos y se basan en el efecto Joule que funde a un valor de intensidad determinado el hilo del fusible.
- Interruptores automáticos magnetotérmicos: protegen las instalaciones contra sobrecargas continuadas y cortocircuitos. Disponen de una protección térmica (bimetal) contra sobrecargas y una protección electromagnética contra los cortocircuitos.
- Interruptores automáticos diferenciales: protegen contra las corrientes de derivación. Se activan al detectar una corriente de derivación superior a su umbral de sensibilidad.
Efecto por el cual, si en un conductor circula una corriente eléctrica, parte de la energía cinética de los electrones se transforma en calor aumentando la temperatura del mismo.