No sólo basta con "ejecutar código", sino que hay que hacerlo mediante requisitos, especificaciones funcionales, diseños, etc. Es decir, hay que verificar y validar el software.
El objetivo inmediato es evitar que los defectos se propaguen de unas fases a otras hasta llegar a los sistemas de producción.
En definitiva, buscamos reducir los riesgos por la aparición de defectos en los procesos de implantación y explotación de las aplicaciones. Todo ello mediante la detección temprana de problemas y errores. Con todo esto se pretende desarrollar un nivel de confianza sobre la disponibilidad (en tiempo) y la fiabilidad (a lo largo del tiempo) de los productos desarrollados, acorde a las expectativas del cliente.
Las pruebas deben entenderse como:
- Verificación: El producto que se está construyendo funciona correctamente; es decir, es capaz de realizar la tarea para la cual ha sido diseñado.
- Validación: El producto terminado, además de ser correcto, es conforme con lo que el cliente había esperado.