1.1.- Objetivos generales de la empresa.

¿Por dónde empezamos? Lo primero es analizar el porqué de una empresa. Como te imaginarás cualquier actividad empresarial se inicia con una misión, es decir con un propósito concreto, así por ejemplo: una asesoría quiere prestar servicios de asesoramiento financiero, de seguros, administrativos, etc. a sus clientes, y con la máxima rentabilidad posible; una empresa distribuidora, pretende realizar la distribución física de mercancías de forma eficiente y satisfaciendo las necesidades de sus clientes; una ONG cumple con funciones humanitarias sin ánimo de lucro; etc.
Con esto queremos explicar que cualquier organización que inicia su actividad empresarial se propone una meta.
En este contexto es de gran importancia los objetivos que se marque una empresa porque de los mismos dependerá su éxito. Por tanto, los objetivos constituyen el elemento central de la política empresarial, ya que en función de los mismos se desarrollan los procesos de decisión o selección de alternativas y sirven como cuerpo normativo para evaluar los comportamientos.
Los objetivos se estructuran en varios niveles, desde los que definen sendas muy generales para que la empresa se comporte según su sistema de valores, hasta los más concretos, que establecen los criterios de realización de las subtareas.
Los objetivos están situados en el futuro, y por tanto, para fijarlos es necesario que la empresa se plante cuál desea que sea su evolución dados los recursos de los que dispone, el entorno que la rodea y la filosofía con la que pretende identificarse.
¿Qué requisitos deben cumplir los objetivos? Veámoslos:
- Medibles: los objetivos deben ser mensurables, es decir, deben ser cuantitativos y estar ligados a un límite de tiempo. Por ejemplo, en lugar del objetivo: “aumentar las ventas”, un objetivo medible sería: “aumentar las ventas en un 20% para el próximo mes”. Sin embargo, es posible utilizar objetivos genéricos, pero siempre y cuando éstos estén acompañados de objetivos específicos o medibles que en conjunto permitan alcanzar los genéricos.
- Alcanzables: los objetivos deben ser posibles de alcanzar, deben estar dentro de las posibilidades de la empresa, teniendo en cuenta la capacidad o recursos (humanos, financieros, tecnológicos, etc.) que ésta posea. Se debe tener en cuenta también la disponibilidad de tiempo necesario para cumplirlos.
- Realistas: deben tener en cuenta las condiciones y circunstancias del entorno donde se pretenden cumplir, por ejemplo, un objetivo poco realista sería aumentar de 10 a 1000 empleados en un mes. Los objetivos deben ser razonables, teniendo en cuenta el entorno, la capacidad y los recursos de la empresa.
- Precisos: deben estar formulados de forma coherente y clara ya que no deben prestarse a confusiones ni a interpretaciones ambiguas.
Los objetivos se pueden clasificar en función de su alcance temporal y en función de su naturaleza. Pasa el ratón por la siguiente animación y comprobarás cada una de las clasificaciones.