Como todo dispositivo electrónico, un ordenador necesita corriente eléctrica para funcionar. Esa corriente eléctrica debe ser de tipo continuo, (de distintos voltajes según el componente, pero entre -12 y 12V fundamentalmente), lo más estable posible y libre de interferencias.
Sin embargo, la corriente eléctrica que nos ofrecen las instalaciones de casas y oficinas es de tipo alterno (50Hz), de mucho mayor voltaje (220V), y su calidad no suele ser muy buena (especialmente si cerca de la toma de red existen motores eléctricos arrancando y parando constantemente).
La fuente de alimentación de un equipo informático es la encargada de convertir esa señal analógica recibida de la red eléctrica, al voltaje continuo requerido por los distintos componentes electrónicos del equipo informático. Este proceso lo realiza en tres pasos: transformación, rectificado, filtrado, y estabilización.