Si has visto algún frigorífico por detrás, habrás podido observar que no tienen válvula termostática. En instalaciones de pequeña potencia se suele utilizar como sistema de expansión el tubo capilar. Ello es así, porque es fácil y barata la instalación con alta fiabilidad (no hay piezas en movimiento).
Cuando el refrigerante líquido entra dentro del tubo capilar, se produce una estrangulación (aumenta la velocidad y disminuye la presión) debido a esto parte del líquido se evapora al cambiar de presión. Para evitar que se evapore todo el líquido antes de entrar al evaporador, se suele soldar junto con la línea de aspiración para evitar que robe calor del exterior. Puedes ver esta disposición en el siguiente diagrama del programa de cálculo de un fabricante donde, como puedes ver, el tubo está calibrado y existe una relación entre el diámetro y la longitud del tubo.
Cuando ponemos en marcha el compresor, comienza a entrar líquido en el evaporador. Poco a poco va avanzando el refrigerante a su punto de final de evaporación por lo que, se suele colocar un termostato en la línea de aspiración antes del compresor para pararlo cuando llegue el refrigerante en estado líquido. Al parar el compresor, al no haber nada que lo impida, todo el refrigerante pasa al evaporador gracias a la diferencia de presiones. Por esta razón, no se puede utilizar recipiente en instalaciones con tubo capilar y hay que tener cuidado al dimensionar el filtro, ya que este podría hacer de recipiente. Al estar las presiones igualadas, el motor arranca sin muchos esfuerzos. Los equipos congeladores suelen llevar un separador de partículas para evitar los golpes de líquido. En la placa de características del equipo ha de aparecer el peso de refrigerante que ha de llevar la instalación, ya que la carga es crítica.