Caso práctico: la Torre de Babel
Puedes transmitir un mensaje a otras personas de muchas maneras. Si estás parado en un semáforo pensando absorto en cómo vas a abordar una avería en una bomba principal de una planta potabilizadora, y no te has enterado que lleva en verde un cierto tiempo, posiblemente el conductor del vehículo que tienes detrás te envíe un mensaje en forma de pitido. Esto es comunicación.
Pero hay otras muchas maneras de decirle algo a alguien. Puedes enviar un informe a tu jefe sobre la organización del trabajo por turnos en el mantenimiento de redes de agua o puedes llamarle por teléfono para explicarle la magnitud de la avería en una planta potabilizadora. Todas ellas son válidas y útiles en diferentes contextos.
En todos los anteriores casos, tenemos tres cosas claras: necesitamos una información que comunicar, un lenguaje en el que hacerlo y una o más personas a las que enviárselo. Observa que si no compartimos un mismo lenguaje la comunicación resulta imposible. La leyenda de la Torre de Babel es buen ejemplo.
Estas ideas básicas son las que desarrollaremos en esta unidad. Pero no te creas que la cosa es fácil. Hay diferentes teorías de la comunicación y existen controversias básicas como la que relacionada con los orígenes del lenguaje y su papel en el proceso de hacernos humanos, es decir, seres inteligentes: ¿el lenguaje nos ha llevado a ser inteligentes o nuestra inteligencia es la que nos ha permitido desarrollar los múltiples lenguajes que usamos? ¿o una mezcla de ambas cosas?.
Quizá alguna vez te hayas parado a pensar que cada ser vivo que habita nuestro planeta tiene unas características propias. Las bacterias, por ejemplo, tienen una enorme capacidad de adaptación para sobrevivir en los ambientes más hostiles posibles, las aves migran en grupos de vuelo bien disciplinados que nunca colisionan, muchos insectos poseen una capacidad de organización social envidiable. Pero, por encima de todos, está el ser humano, capaz de modificar su entorno con realizaciones propias que buscan hacer su vida segura y satisfactoria. Ningún otro ser vivo ha alcanzado el grado de complejidad de sus sistemas vitales (nervioso, motor, endocrino,…) que le haya permitido lograr tales metas.
El origen del lenguaje y su influencia en el proceso evolutivo en la especie humana han sido objeto de especulación durante varios siglos. El tema es difícil de estudiar debido a la falta de evidencias directas. En consecuencia, debemos extraer inferencias de otros tipos de evidencias, como el registro fósil, la arqueología, el análisis de la diversidad de lenguajes contemporáneos, los estudios de adquisición del lenguaje y las comparaciones entre el lenguaje humano y los sistemas de comunicación existentes entre los animales (particularmente otros primates). Muchos argumentan que los orígenes del lenguaje probablemente se relacionan estrechamente con los orígenes del comportamiento humano moderno, pero hay poco acuerdo sobre las implicaciones y la dirección tomada por esta conexión.
En 1866, la Sociedad Lingüística de París prohibió cualquier debate existente o futuro sobre el tema, y hoy apenas hay más acuerdo que hace ciento cincuenta años, cuando la teoría de la evolución de Charles Darwin, basada en la selección natural, provocó una ola de especulaciones sobre el tema. Sin embargo, desde principios de la década de 1990, varios lingüistas, arqueólogos, psicólogos, antropólogos y otros, han intentado abordar con nuevos métodos lo que algunos consideran uno de los problemas más difíciles de la ciencia.