Existen diferentes teorías y modelos de comunicación entre personas. Los modelos de comunicación son modelos conceptuales utilizados para explicar el proceso de comunicación humana. El primer gran modelo de comunicación fue desarrollado a mediados del siglo pasado y utilizaba el concepto básico de que la comunicación es el proceso de enviar y recibir mensajes o transferir información de una parte (emisor) a otro (receptor). Este modelo inicial consistía en cuatro partes principales: emisor, mensaje, canal y receptor. Se utilizaba la analogía del teléfono, en el que el remitente o emisor era la parte de un teléfono en el que habla una persona, el canal era el teléfono en sí, y el receptor era la parte del teléfono a través del cual se podía escuchar a la persona al otro lado de la línea. En este modelo, se agregaba el concepto de “ruido”, como sonidos estáticos o de fondo que interfieren la comunicación.
Este modelo tiene algunas fortalezas, como es su simplicidad y generalidad. Pero tiene los inconvenientes de que supone que los comunicadores son individuos aislados, no introduce el concepto de la construcción personal del significado, ni del objeto de la comunicación y ni el de las relaciones de poder que se establecen entre las personas. Es un modelo muy lineal.
Un segundo modelo aparece desde la teoría de comunicación constructivista, el proceso de comunicación conforma, en sí mismo, un único mensaje en el que el contenido no puede separarse del contexto social e histórico del que surge. Si se analiza este enfoque desde la óptica de comunicación profesional entre distintos técnicos, no resulta difícil dar validez, al menos parcial, a este postulado. Por ejemplo, cuando un mecánico de mantenimiento de redes le dice a otro compañero: quedamos en la etap de Almoguera. Este mensaje no tiene mucho sentido para alguien ajeno a este contexto e, incluso, sospechará que se ha dejado la a final de etapa.
Teniendo en cuenta estos dos modelos, podemos realizar una integración de ambos. Con una perspectiva más amplia, el “ruido” en la comunicación puede clasificarse no sólo como ruido físico sino como ruido fisiológico: las ganas de llegar a casa para descansar después de un turno agotador. O como ruido psicológico: nuestro prejuicio de que un operador de planta recién contratado no merece atención cuando nos dice que cree que el valor de medida del pH no es correcto. O, incluso, el ruido semántico: cuando en un informe se introducen excesivos datos sin aportar una información clara y concluyente.
El lenguaje es la fuente del significado y los significados compartidos exigen una constante interacción social. Por eso es tan importante, por ejemplo, un cambio de turno basado en la interacción verbal entre personas y la importancia de triangular y asegurar la información más relevante y crítica: ¿Me dices que ha bajado bastante el pH en el equipo de coagulación? ¿en qué punto? ¿tú qué opinas? ¿qué dice el monitor?¿se lo has dicho al jefe de turno?¿lo has registrado? …
Como técnicos de gestión del agua, de la operación o mantenimiento de una planta potabilizadora, depuradora, tenemos la capacidad para nombrar cosas utilizando vocabulario especializado. Pero estos símbolos y denominaciones, son signos arbitrarios que tienen su verdadero valor en compartir el mismo significado. Por ello es tan importante que las personas compartan una sólida formación conceptual y de procesos para emitir o interpretar correctamente un mensaje.